Lorenzo Bernaldo de Quirós considera que el
uso y abuso de la política monetaria para fines fiscales o para
estimular el crecimiento económico tiene consecuencias incalculablemente
negativas.
Los bancos centrales de las economías avanzadas se han embarcado en un ultra activismo monetario sin precedentes. Ante
la crisis que comenzó en el verano de 2007, bajaron los tipos de
interés a cero. En paralelo expandieron sus balances comprando toda
clase de activos. Estas medidas produjeron una depreciación de sus tipos
de cambios frente a las divisas de los países emergentes. Para conjurar
esta presión depreciatoria, éstos acumularon reservas para mantener en
niveles bajos sus tasas de interés a largo plazo. En consecuencia, su
entorno monetario adquirió también una extraordinaria laxitud. Está
anormal situación persiste, agudizada, casi una década después de la
Gran Crisis. El Banco Central Europeo (BCE) y los institutos emisores
danés, suizo y sueco se han sumado al de Japón y han adoptado tasas de
interés reales negativas con el objetivo de estimular la actividad
económica.