El fraude fiscal NO ES FRAUDE
El “ fraude fiscal ”
– ese acto supuestamente malvado cometido por individuos o empresas
contra la administración tributaria, que consiste en evadir impuestos –
es un anti-concepto usado tanto por políticos como por intelectuales de
izquierdas para impunemente castigar, con multas o penas de cárcel, a
quienes se sienten culpables por tratar de proteger sus bienes y su
propiedad.
Si usamos la definición correcta, fraude
consiste en obtener valores materiales sin el consentimiento de su
dueño, bajo engaño o con falsas promesas; fraude implica el uso
indirecto de la fuerza física, implica una violación de los derechos de
otro.
Impuestos
En
una sociedad totalmente libre, los impuestos – o, para ser exactos, los
pagos por servicios gubernamentales – serían *voluntarios*. Dado que
los servicios propios de un gobierno – la policía, las fuerzas armadas y
los tribunales de justicia – son claramente necesarios para ciudadanos
individuales y afectan directamente a sus intereses, esos ciudadanos
estarían dispuestos a pagar por dichos servicios (y deberían hacerlo),
de la misma forma que pagan por tener seguros.
Salario mínimo vs. Realidad
¿Por
qué está la izquierda obsesionada con aumentar el salario mínimo? En
cualquier oportunidad, desde el discurso del estado de la Unión de Obama
a la columna de Paul Krugman en el New York Times, los
izquierdistas defienden apasionadamente ese aumento. Los últimos
ejemplos son los esfuerzos que han hecho los demócratas del Senado para
subir el salario mínimo a $10.10, el que el gobernador de Maryland lo
subiera de hecho en su estado, y recientemente el que la ciudad de
Seattle lo subiera a $15.00, el más alto del país. Ciertamente los
izquierdistas son conscientes del daño que cualquier salario mínimo
(especialmente si es alto) le causa precisamente a la gente a la que
pretenden ayudar.
De hecho, sabemos que sí son conscientes de ello.
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