Los hombres con IQ inferiores serían parte de un pasado evolutivo que los llevaba a buscar numerosas parejas sexuales, mientras que aquellos con IQ superiores valoran las ventajas de la exclusividad y la monogamia.
La ciencia está lista para sustentar
algo que las mujeres han sabido desde siempre: los hombres que las
engañan son estúpidos. O al menos tienen un IQ más bajo que los varones
que valoran la fidelidad y la exclusividad sexual. El doctor Satoshi
Kanazawa, un psicólogo evolutivo de la Escuela de Economía y Ciencias
Políticas de Londres afirma que mientras más inteligente es un hombre,
menos probabilidades tiene de engañar a su pareja.
Su teoría se basa en que, a lo largo de
nuestra historia evolutiva, los varones han sido “ligeramente polígamos”
en la práctica, lo cuál está cambiando hoy en día, pues las relaciones
exclusivas o monógamas son una “novedad evolutiva” para ellos. Es por
ello que los hombres más inteligentes adoptan con mayor facilidad lo que
en términos evolutivos son nuevas prácticas. Los hombres fieles son
“más evolucionados”, por decirlo así.
Bajo la misma lógica, los hombres que no
se adaptan a las nuevas condiciones de su entorno (o los que
simplemente sucumben a las tentaciones de la carne y el deseo) podrían
ser más estúpidos. “La teoría predice que los hombres más inteligentes
valorarían más la exclusividad sexual que los menos inteligentes”,
afirma Kanazawa. Aunque su teoría, sin embargo, no afirma la misma
relación entre fidelidad e inteligencia en el caso de las mujeres, pues
las sociedades siempre han esperado que ellas sean fieles a una sola
pareja, incluso en sociedades polígamas.
Para redondear, la investigación de
Kanazawa (publicada en el Social Psychology Quarterly) también afirma
que la gente inteligente suele creer menos en Dios y tiene menos puntos
de vista conservadores. A partir de datos estadísticos del Estudio
Longitudinal Nacional de Salud Adolescente en Estados Unidos, Kanazawa
encontró que los adultos que se afirman “muy liberales” tienen un IQ
promedio de 106, mientras que los “muy conservadores” tienen un promedio
de 95.
Del mismo modo, los sujetos que no se
consideran “para nada religiosos” tienen un IQ de 103, mientras que los
“muy religiosos” promedian 97. Esto se debería, según al doctor
Kanazawa, a que la gente inteligente está abierta siempre a nuevas
ideas: las actitudes conservadoras, como creer en Dios, tuvieron una
función evolutiva importante, pero poco a poco parece ser una reliquia
de nuestro pasado evolutivo.
“Los humanos están diseñados
evolutivamente para ser paranoicos, y creen en Dios porque son
paranoicos. Esta inclinación innata a la paranoia sirvió a los seres
humanos para la autopreservación y la protección de sus familias y
clanes al depender de la extrema vigilancia de peligros potenciales. Por
ello, es más probable que los niños más inteligentes crezcan en contra
de su tendencia natural y evolutiva de creer en Dios y se vuelvan
ateos”, concluye.
Es curioso que por un lado, la teoría
afirme que los puntos de vista “liberales” y ateos sean una
contraintuición evolutiva, mientras que por otro lado la monogamia se
considere como un avance evolutivo. Tal vez estudios posteriores revelen
que en realidad no tenemos voluntad propia o libre albedrío, y que por
más satélites que mandemos al espacio seguimos siendo simios super
evolucionados que de vez en cuando se meten con la pareja de alguien
más.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario