Aunque algunos estudios recientes han descubierto que el deseo sexual de las mujeres no es “naturalmente“ monógamo, la industria farmaceútica ha tomado dicho conocimiento para desarrollar una pastilla que bajo el pretexto de incrementar la libido, las responsabiliza de la falta de deseo en una relación.
Cierto
prejuicio con pretendidos fundamentos evolucionistas y socio biológicos
asegura que las mujeres son monógamas “por naturaleza”, que mientras
que el hombre busca esparcir su semilla tanto como pueda por un impulso
natural, este mismo impulso se expresa en las mujeres como la búsqueda
de la estabilidad de un único compañero sexual.
Sin embargo esto no pasa de ser una
suposición que poco a poco va refutándose, en buena medida por los
mismos procedimientos científicos que alguna vez la alimentaron.
Recientemente Daniel Bergner,
colaborador del New York Times, publicó una columna a propósito de
algunos estudios que sugieren la idea contraria: que en realidad las
mujeres encuentran aburrida la monogamia y con mayor facilidad y
prontitud pierden el interés en sus compañeros sexuales (lo cual tampoco
deviene necesariamente en infidelidad).
Entre otras investigaciones, Bergner
cita una que analiza la respuesta de las mujeres a las fantasías
pornográficas y otro sobre su mayor grado de excitación cuando se
imaginan que sostienen una relación sexual con un extraño (en
comparación con amigos o conocidos).
Culturalmente esta aparente
contradicción entre los instintos (o el deseo) y las normas sociales, se
resuelve por medio de la “novedad” y la forma que esta toma en una
relación de pareja, el deseo mutuo de romper con la monotonía que al
parecer es inherente a la monogamia.
Lo paradójico de la situación es que si
bien esta puede ser interesante en sí mismas, al descubrir
circunstancias de la sexualidad femenina que se consideraban desde otra
perspectiva, en la práctica la respuesta dominante va en sentido
opuesto: desarrollar una pastilla que recalibre el deseo sexual de las
mujeres y lo vuelva hacia su pareja, responsabilizándolas tácitamente de
la falta de deseo en una relación. Dicho fármaco ya existe y por el
momento, con el nombre de Lybrido, se encuentra a la espera de ser
aprobado para su comercialización por la Federación de Drogas de Estados
Unidos (FDA).
Sin duda el movimiento es, en cierto
modo, perverso: aunque las investigaciones científicas demuestran que la
monogamia no es el comportamiento “natural” de las mujeres, por la vía
artificial se intenta revertir el fenómeno, volverlas monógamas químicas
al servicio de su pareja en turno.
Acaso una estrategia conservadora
disfrazada de progresismo tecnológico: la perpetuación del statu quo
sexual que no es más que derivación del statu quo que domina otros
ámbitos de la vida.
[Slate]
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