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jueves, 26 de mayo de 2016

Economista asesor de Clinton y premio Nobel apoya el socialismo venezolano


Venezuela está en un estado de crisis total. El país se ha visto obligado a afrontar los horrores de la hiperinflación, la escasez de comida y una devastadora depresión. A pesar de tener las mayores reservas de petróleo del mundo, ha tenido que recurrir a racionar la electricidad. Un terrible artículo del New York Times muestra el estado de los hospitales venezolanos, con niños muriendo diariamente debido a una falta de medicinas y suministros básicos.
Esta es la aterradora realidad del socialismo, la consecuencia inevitable de las políticas económicas del último Hugo Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro. Desde 1999, las dos administraciones socialistas defendieron controles de precios, nacionalización de industrias y redistribución de riqueza.
Mientras que no es sorprendente ver estas políticas apoyadas por políticos marxistas, lo que es profundamente perturbador es la cantidad de apoyo que ha recibido el modelo venezolano de economistas prominentes a lo largo de los años. Durante una visita en 2007, Joseph Stiglitz, que recibió el premio Nobel de economía en 2001, alababa las que llamaba “políticas positivas” de la administración Chávez:



El presidente venezolano Hugo Chávez parece haber tenido éxito en proporcionar sanidad y educación al pueblo en los barrios pobres de Caracas. (…) No solo es importante tener crecimiento sostenible, sino asegurar la mejor distribución del crecimiento económico, en beneficio de todos los ciudadanos.
Lo que debería alarmar a los estadounidenses  es que Stiglitz, que ha sido descrito como un “influyente asesor de Hillary Clinton” parezca decidido a traer aquí políticas similares.
El años pasado, como economista jefe del Instituto Roosevelt, Stiglitz reclamaba “rescribir las reglas de la economía estadounidense” en una campaña contra la desigualdad de rentas. Sus recomendaciones políticas incluyen más impuestos, más regulación “más inteligente” y hacer que la Reserva Federal de centre más en el desempleo que en mantener baja la inflación, una reclamación de una Fed aún más activista de la que hemos tenido desde 2008.
Es irónico que Stiglitz haya elegido calificar a sus recomendaciones políticas como un nuevo concepto innovador para el país, cuando está sencillamente redoblando las políticas intervencionistas que ha sufrido la nación desde hace más de 100 años.
Por desgracia, oír esa tontería venir del ganador de un premio Nobel no resulta sorprendente. Karl-Friedrich Israel ha señalado recientemente cómo el premio Nobel tiene una historia de ser usado como apoyo de la planificación centralizada. Los gobiernos socialistas desde hace mucho tiempo han podido contar con economistas estadounidenses como apologistas de sus planes. En la década de 1960, el libro de texto de economía ampliamente usado de Paul Samuelson describía la economía socialista de la Unión Soviética creciendo más rápido que la de Estados Unidos.
Esto explica cómo Bernie Sanders ha sido capaz de recibir el apoyo de 170 autoproclamados “economistas y expertos financieros” durante su campaña.
Ludwig von Mises escribió una vez: “Nadie puede escapar de la influencia de una ideología prevalente”. Las imágenes que vienen de Venezuela deberían servir como potente recordatorio de lo peligrosas que son ideas de hombres como Joseph Stiglitz.
El estatismo y el intervencionismo deben rechazarse para que prospere la humanidad.

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