Edgar Vargas
Hablar de una Constitución en términos teóricos y generales es lo mismo que hablar de una biblia de adoración y culto a la religión del Estado, es un documento soberbio, apócrifo que recibe un tratamiento de sacrosanto por la sociedad, cuyo criticismo es automáticamente acallado y condenado por individuos de dogmas iuspositivistas y conductas gregarias que se desenvuelven alrededor de la figura de un cacique supremo que gobierna sus vidas, son los mismos individuos que esperan que mi vida se adapte a su ritmo y obedezca los mandatos de una autoridad soberana por el simple hecho de haber nacido bajo su influencia territorial.