La economía de la abundancia
[Extraído de The Critics of Keynesian Economics (1960)]
Ocasionalmente puede prevalecer un
situación en la que haya abundantes reservas sin utilizar de todo tipo
de recursos (incluyendo todos los productos intermedios) en medio de una
depresión. Pero indudablemente no es una situación en la que podría
basarse una teoría que afirme su aplicabilidad general.
Aun así, es un mundo tal el que trata la Teoría General del empleo, el Interés y el Dinero de
Keynes, que en años recientes ha creado tanta agitación entre los
economistas e incluso la opinión pública. Aunque los tecnócratas y otros
creyentes en la capacidad productiva ilimitada de nuestro sistema
económico no parecen haberse dado cuenta aún, lo que nos ha dado
realmente es esa economía de la abundancia que tanto tiempo han venido
reclamando.
O más bien nos ha dado un sistema de
economía que se basa en la suposición de que no hay escasez real y de
que la única escasez de la que tenemos que preocuparnos es la escasez
artificial creada por la determinación de la gente de no vender sus
productos y servicios por debajo de ciertos precios fijados
arbitrariamente. Estos precios no se explican en modo alguno, sino que
sencillamente se supone que permanecen en un nivel históricamente dado,
excepto en los raros intervalos en que nos acercamos al “pleno empleo” y
los diferentes bienes empiezan sucesivamente a convertirse en escasos y
a aumentar su precio.