Venezuela o los llanos en llamas
Por Álvaro Vargas Llosa
Nicolás Maduro no tuvo nunca la
intención de aceptar el resultado de las elecciones legislativas del 6
de diciembre de 2015 que dieron a la oposición el control de la Asamblea
Nacional y confirmaron al mundo que el gobierno chavista es hoy
abrumadoramente impopular.
Desde que perdió esas elecciones, cuyo
resultado se vio obligado a aceptar porque los militares se negaron a
obedecer las órdenes de proteger un fraude, ha actuado con consecuencia.
Consecuencia, quiero decir, con la línea de conducta del chavismo: la
negación del estado de derecho, la democracia representativa, el
pluralismo político. Sin engañar a nadie, anunció que no aceptaría la
interferencia de los legisladores en su proyecto y empezó a
provocar la crisis -la enésima crisis- que ahora ha desembocado en el
enfrentamiento relacionado con la pretensión opositora de revocarlo por
la vía de un referéndum.