Alberto
Mansueti
“El Carácter de las Naciones” se titula un excelente
libro del Dr. Angelo Codevilla, Profesor Emérito de Relaciones Internacionales en
la Universidad de Boston. Subtítulo: "Cómo la política puede hacer y deshacer
la prosperidad, la familia, y la Civilización" (2009).
Las llamadas “Ciencias Sociales” se dividen en dos
series de escuelas de pensamiento. La una parte de la premisa de J.-J.
Rousseau: “El hombre nace bueno, y la sociedad lo corrompe.” La otra arranca de
la premisa contraria: el hombre ya nace corrupto, pero la sociedad puede evitar
sus más destructivas y brutales maldades, o darles rienda suelta, según cuáles
sean las leyes e instituciones políticas y jurídicas, y el tipo de cultura que
contribuyan a fomentar, o a socavar y destruir.
Las leyes y sistemas de Gobierno tienen efectos,
malos o buenos, sobre los arreglos económicos y la productividad, el orden
moral, la vida familiar, la seguridad y la defensa nacional, y el carácter de
las personas, y por tanto “de las naciones” en su conjunto.
En EE.UU. y otros países, el sistema “estatista”
de Gobierno, surge de las ideas roussonianas. Y sus resultados son muy negativos
sobre las normas de hecho la gente sigue en su conducta, más allá de las
declaradas. Se ha creado el ‘Gobierno Grande’, “y se ha enseñado y acostumbrado
a la gente a buscar riqueza a través de sus conexiones con él, y así se ha atrofiado
la iniciativa y la responsabilidad civil”, explica Codevilla.
Se ha degradado la moneda, se han restringido las
libertades laborales y económicas, y se ha relativizado y debilitado el derecho
de propiedad privada, con reglamentaciones caprichosas y abusivas, pervirtiendo
las leyes y la justicia; y se han multiplicado y elevado los impuestos. Así se
ha empobrecido sistemáticamente a las personas y a las familias, en ciudades y
pueblos. Los gobiernos han sometido y esclavizado a las empresas privadas, han
adoctrinado y embrutecido a la juventud, y han “cavado un abismo peligroso
entre los que sirven en las fuerzas armadas, y quienes les envían al peligro”,
nos describe el libro.
Y ahora se motoriza una batalla cultural
(KulturKampf) contra la familia, la religión y la escuela independiente. Se
somete a los medios de prensa, comunicación y entretenimiento, así como a
muchas universidades e iglesias, y se les convierte en instrumentos de
propaganda ideológica.
Todo esto se nos impuso a través y por medio de la
política; de la mala política, perversa y destructiva. Nuestras conductas políticas,
basadas en nuestras ideas políticas, buenas o malas, conscientes o no, tienen
resultados profundos y permanentes, y van mucho más allá de quién ganó y quién
perdió las elecciones.
La peor consecuencia de la mala política es haber
suprimido la política con “P” mayúscula, e instalado en su lugar la
“politiquería” (palabra ya aceptada por la RAE), o sea la política menuda, vacía
de ideas y conceptos, anecdótica y mezquina, aldeana y chismosa. Es posible que
a Ud. le resulte monótona y aburrida, absurda, insípida o repugnante, y en
consecuencia la rechace. Vea, a muchos nos pasa igual, incluso a mí, que soy
político. Pero eso que rechazamos no es la política; es la politiquería, y yo
no soy politiquero, soy anti-politiquero.
La mala política es tan corriente, que genera ese
sentimiento tan extendido, la anti-política. Pero le recuerdo el subtítulo del
libro de Codevilla: "Cómo la política puede hacer y deshacer la
prosperidad, la familia, y la Civilización". Es la diferencia entre buena
y mala política.
Cuando Ud. despotrica contra la política y contra
“los políticos” en general, sin distinguir, está siendo injusto: nos
descalifica a todos, a bulto. Y nos desacredita, e impide hacer nuestro
trabajo, a quienes estamos empeñados en impedir la total destrucción de “la
prosperidad, la familia, y la Civilización”, por medios políticos, que son los
únicos que hay para lograrlo; ¡no hay otros!
Le propongo que de hoy en adelante, en vez de
embestir contra “los políticos” en general, lo hagamos contra la “clase
política” estatista y socialista, prebendaria y parasitaria, enquistada en el
poder, que nos domina y sojuzga (más que nos "gobierna"), por medio
de la politiquería. Este sistema político, ha sido creado por ella a su imagen
y semejanza, para satisfacer su inagotable afán de poder. Y además, para vivir
a todo lujo y sin trabajar, a nuestras costillas, han creado un sistema económico
gemelo, el “capitalismo de amigotes” (Crony Capitalism). Esa clase tiene nombre:
“Nomenklatura”, palabra rusa, de la Era Soviética.
Pero la integran no sólo políticos que postulan o
ejercen cargos electivos, sino también varios cuerpos de burócratas, “asesores”
y “expertos contratados”, entre ellos “científicos”, supuestos deportistas,
artistas y empresarios, sindicalistas (sindicaleros), “gerentes públicos”, y
una amplia fauna de diverso pelaje, y todos sus allegados, que cobran del
Tesoro Fiscal, o de posiciones de privilegio concedidas a cambio de favores
electorales. Y los “lobistas” (cabilderos) que son traficantes de favores, de todo
género, hasta sexuales. Todos viven de “esa” política. El Dr. Codevilla les dedica
otro libro: “La clase política: cómo ha pervertido a EE.UU. y qué podemos hacer
al respecto” (2010).
¿Qué podemos hacer? ¡Quitarla de
en medio! ¿Y cómo? A través de la buena política: creando una plataforma
cívico-ideológica para poder armar grupos y partidos, que puedan fortalecerse y
competir contra ellos, por el favor de la opinión pública decente, en base a
buenas propuestas como las Cinco Reformas. ¡No hay otro remedio!
Piénselo.
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