Larken Rose
Hay varias formas de demostrar que la mitología que le es enseñada al público sobre el “gobierno” es contradictoria en sí misma.
Una de las formas más simples es preguntar ¿cómo hace uno para adquirir el derecho de gobernar a otro?
Las antiguas supersticiones afirmaban que ciertas personas eran
específicamente ordenadas por un dios o un grupo de dioses para que
gobiernen a otros.
Numerosas leyendas cuentan hechos sobrenaturales que determinaban
quién tiene derecho a gobernar sobre otros. Afortunadamente, en gran
medida, la humanidad ha superado y trascendido esas estúpidas
supersticiones. Pero desafortunadamente han sido reemplazadas por nuevas
supersticiones que son aún menos racionales.
Por lo menos los viejos mitos le atribuían a algún “poder superior”
la tarea de designar a ciertas personas como gobernantes sobre otros
(algo que una deidad podría, al menos teóricamente, hacer). Las nuevas
justificaciones para “la autoridad”, sin embargo, afirman conseguir la
misma asombrosa hazaña sin asistencia sobrenatural.
En pocas palabras, más allá de todos los complejos rituales y las
convulsionadas racionalizaciones, toda la creencia moderna en el
gobierno se apoya en la noción de que meros mortales pueden, mediante
ciertos procedimientos políticos, otorgar o conferir a alagunas personas
varios derechos que ninguna de las personas poseían, para empezar. La
inherente demencia de una noción semejante debería ser obvia. No hay
ningún ritual o documento mediante el cual ningún grupo puede delegar en
ningún otro un derecho que nadie en el grupo posee. Y esa verdad, por
sí misma evidente, demuele por sí sola cualquier posibilidad de
“gobierno” legítimo.
La persona común cree que el “gobierno” tiene el derecho de hacer
cosas que el individuo común no tiene derecho a hacer. La pregunta obvia
es ¿cómo y de quién adquirieron dichos derechos ésos que están en el
gobierno?
Por ejemplo, ya sea que la llames “robo” o “impuestos”, ¿cómo
hicieron esos que están en el gobierno para adquirir el derecho de tomar
propiedad por la fuerza, de aquéllos que se la han ganado? Ningún
votante tiene semejante derecho entonces cómo pueden realmente los
votantes haberle dado semejante derecho a los políticos?
Hoy en día todos los estatismos están basados enteramente en la
presunción de que “las personas pueden delegar un derecho que no
tienen”.
Incluso la constitución pretende darle al congreso el derecho a
imponer impuestos y a “regular” ciertas cosas, a pesar de que los
mismísimos autores de la constitución no tenían semejantes derechos, por
lo que no podían, realmente, haberle dado semejante derecho a ningún
otro.
En términos simples, no puedes dar algo que no tienes.
Y esa simple verdad, por sí sola, deja afuera a todo gobierno, porque si esos que están en el gobierno sólo tienen esos derechos que poseen esos que los votaron, entonces el “gobierno” pierde ese ingrediente que lo hace ser “gobierno”.
Si los políticos no tienen más derechos que tú, todas sus exigencias o mandatos, todos sus rituales políticos, las leyes, los tribunales, y todo eso, no son más que los síntomas de una psicosis delirante.
Nada de lo que hagan puede tener ninguna legitimidad más que si tú
hicieras las mismas cosas por tu cuenta, salvo que ellos, de alguna
manera, hayan adquirido derechos que tú no tienes. Y eso es imposible
dado que nadie en esta tierra, ni ningún grupo en esta tierra, puede de
ningún modo haberles dados derechos sobrehumanos semejantes.
Y esa simple verdad, por sí sola, deja afuera a todo gobierno, porque si esos que están en el gobierno sólo tienen esos derechos que poseen esos que los votaron, entonces el “gobierno” pierde ese ingrediente que lo hace ser “gobierno”.
Si los políticos no tienen más derechos que tú, todas sus exigencias o mandatos, todos sus rituales políticos, las leyes, los tribunales, y todo eso, no son más que los síntomas de una psicosis delirante.
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