Warren Buffett
estuvo en las noticias cuando dijo que hay algo errado con el sistema
tributario si él está pagando una tasa impositiva más baja que su
secretaria.
Sí, hay algo errado, pero es justo al
contrario de cómo él lo interpreta: es injusto que alguien que crea
tanta riqueza como Buffett tenga que pagar impuestos. La queja apropiada
no es que él esté pagando sólo la mitad de la tasa de su secretaria:
una centésima parte de esa tasa aún sería demasiado alta.
Analicemos cómo Buffett gana su dinero.
Él es un inversor. Eso significa que gana dinero ajustando a la realidad
el problema económico más esencial de todos: Qué empresas deben ser
nutridas con capital adicional y qué empresas están despilfarrando sus
activos.
¿Cuáles son las acciones correctas que
deben realizar los productores? ¿Qué bienes y servicios deben ser
producidos? ¿Quién debería producirlos? ¿Con qué métodos deben ser
producidos? Estas son las cuestiones sobre las que inversores y hombres
de finanzas compiten. Los que tienen el juicio más acertado, ganan.
Buffett obtiene beneficios cuando
ciertos activos infravalorados producen más valor que lo que otros
inversores pensaban. (“Más valor” de acuerdo a cómo lo ve el público
comprador: es decir, todos los individuos que a su vez han *producido* y
ganado dinero para gastar, y a los que se les aplica el errado término
de “consumidores”).
Las decisiones de los inversores están
basadas en juicios acerca de qué actividades serán las más rentables.
¿Tiene Blackberry futuro contra iPhone y Android? Si es así, el público
que compra estará mejor si los fondos fluyen hacia RIM, el fabricante de
la Blackberry, para que RIM pueda contratar más empleados, aumentar la
producción, incrementar su plantilla de vendedores. Si no es así, los
fondos deberían salir de RIM y ir a Apple y a Google.
Los inversores, igual que Buffet,
apuestan su propio dinero en acertar en cosas así. El resultado – y esto
es crucial para entender el capitalismo – es que los inversores que
toman decisiones acertadas y rentables ganan más dinero, con el que a su
vez pueden expandir su poder económico y su influencia en la estructura
de la producción. Los que juzgan mal pierden poder económico e
influencia. El poder que tienen los listos en el mercado se expande, el
poder que tienen los tontos se contrae.
Esto es lo que yo llamo la “selección
natural” que opera bajo el capitalismo. Es lo que hace que la actividad
capitalista sea objetiva, no subjetiva (contrariamente a lo que dicen
los austriacos). La selección natural del éxito por tener éxito es el
mecanismo de retroalimentación que vincula cada uno de los aspectos de
una economía capitalista, cada precio y cada decisión, a la realidad.
Durante muchas décadas, Warren Buffett
ha sido el inversor más consistente y exitoso. Eso significa que él ha
corregido de la forma más consistente las estimativas (sobrevaloraciones
o infravaloraciones) de otros inversores. Él vio valor donde otros no
conseguían verlo. Su creciente riqueza ha sido dedicada a financiar los
emprendimientos acertados, la producción de bienes y servicios a los que
el público consumidor le ha dado más valor. Cada vez más, su mano ha
sido la “mano invisible”. Al encauzar sus propios fondos a las empresas
correctas, Buffett ha logrado lo que los comisarios y los “zares” nunca
han podido hacer: encauzar grandes porciones de la economía hacia
canales productivos.
Su inigualable visión de dónde debería
ser invertido el capital, de qué empresas deberían ampliarse y cuáles
contraerse, ha mejorado considerablemente la vida de cada hombre, mujer y
niño en el país. Por lo que es terriblemente injusto que después de
todo eso se le pida que pague algún impuesto.
Yo he propuesto que todas las rentas de
más de $1 millón al año estén exentas de impuestos. No deberíamos
pedirle más a quien ya ha creado tanto valor para nosotros.
En el caso de Buffett, no sólo debería
estar exento él de toda clase de impuestos, deberían darle una medalla
por su incomparable trayectoria de ajustar la actividad económica a la
realidad: es decir, al mejor juicio del público consumidor que busca su
propio interés.
Por cierto, observad lo que ocurre
cuando le hacemos pagar impuestos a Buffett: le estamos limitando su
capacidad de encauzar fondos hacia los mejores negocios. Por lo tanto,
ningún impuesto sobre Buffett le perjudica al público. Y el impuesto
sobre las ganancias de capital de Buffett es lo que más nos perjudica.
La eliminación del impuesto sobre las ganancias de capital es más
necesaria y urgente que una reducción en el impuesto sobre la renta.
Cada dólar tomado en el impuesto sobre las plusvalías es un dólar que no
puede ser usado para ampliar la producción.
Por nuestro propio bien, paremos de desangrar los recursos de los que crean riqueza.
# # #Por Harry Binswanger —
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