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lunes, 23 de mayo de 2016

EL VIOLENTO RETADOR DEL CHAPO


Vicente Carrillo Fuentes, El Viceroy, se convirtió en jefe del cártel de Juárez casi por accidente. A la muerte de su hermano Amado, quedó a cargo de la organización criminal, pese a su aparente falta de liderazgo y su temperamento violento en extremo. Ahora, 13 años después, El Viceroy mantiene en funcionamiento a esa organización de narcotraficantes y conserva el poder y el control de Ciudad Juárez, aunque desde hace tiempo en abierta y feroz disputa con el cártel de Sinaloa.
En septiembre de 2004, en la plaza Cinépolis de Culiacán fue asesinado Rodolfo Carrillo Fuentes, El Niño de Oro, ejecución que se le atribuyó a sicarios de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, líder del cártel de Sinaloa.
Aún velaban el cuerpo de Rodolfo Carrillo cuando su hermano Vicente, El Viceroy, telefoneó a Ismael El Mayo Zambada, señalado entonces como protector del Chapo.
–Te llamo para preguntarte si estás conmigo o contra mí –soltó Vicente Carrillo con su característico tono golpeado.
–Yo estoy contigo, compadre… –habría respondido Zambada García.
–Si es así, quiero que me entregues la cabeza de ese hijo de la chingada –exigió Carrillo en referencia a Guzmán Loera (Proceso 1455).
La respuesta nunca llegó y así comenzó la guerra entre los cárteles de Sinaloa y de Juárez, la que mantiene a Chihuahua en una sicosis permanente, particularmente a Ciudad Juárez.
Vicente Carrillo, también conocido como El Coronel, asumió el mando del cártel de Juárez en 1997, a raíz de la muerte de Amado Carrillo.


Pero su ascenso en el mundo del narco no fue rápido ni fácil; se le criticaban la falta de liderazgo y una personalidad extremadamente violenta y sanguinaria, según consta en un perfil elaborado por la Drug Enforcement Administration (DEA), la agencia antidrogas estadunidense.
Su carácter determinó que los principales socios de Amado Carrillo –Ismael Zambada García, El Mayo, y Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, entre otros– se separaran del cártel de Juárez y comenzaran a operar por su cuenta en el Pacífico. Fue evidente que no quisieron arriesgar su seguridad al lado de un personaje que solía actuar por impulsos.
Vicente Carrillo –con hegemonía entonces en Chihuahua, Durango, Sinaloa, Coahuila, Sonora y Quintana Roo– no vaciló en tomar las riendas del cártel que en los setenta fundó Pablo Acosta Villarreal, El Zorro del Desierto.
Acosta fue maestro de los hermanos Amado, Cipriano y Rodolfo. El que los presentó fue Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto, de quien se afirma que es tío de los Carrillo, aunque en diversas ocasiones él lo ha negado.
Sin duda el más aventajado de los tres fue Amado, quien murió, según la versión oficial, tras someterse a una cirugía plástica con liposucción en julio de 1997. Cipriano falleció por causas naturales. Rodolfo fue asesinado. El que sobrevivió a todos los embates fue el cuarto hermano, Vicente, pero no le fue tan bien.
Sin el apoyo de sus principales socios, El Viceroy se hizo de los servicios de un grupo de sicarios tan violentos como él encabezados por Arturo González Hernández, El Chaky. Este sujeto pronto cobró una fama terrible porque solía quemar a sus víctimas o incluso sepultarlas en vida. Fue detenido en abril de 2003 en el estado de Durango. El otro brazo importante de Vicente fue su sobrino Vicente Carrillo Leyva, hijo de Amado, capturado a finales de febrero de 2009 bajo el cargo de lavado de dinero.
Vicente Carrillo parecía quedarse solo. El peor momento para él llegó poco después de que El Chapo se fugó del penal de Puente Grande, Jalisco. La hegemonía de la familia Carrillo en el negocio de las drogas se puso en riesgo y varios capos emblemáticos, entre ellos El Mayo, planearon desplazarla de los territorios bajo su dominio.
Así quedó establecido en una carta fechada el 13 de octubre de 2004 firmada por un sicario al servicio de los hermanos Beltrán Leyva: Rodolfo Huerta.
El gatillero entregó la misiva a la Presidencia de la República el 15 del mismo mes, días después de haber escuchado una conversación entre los altos mandos del narcotráfico, quienes, desde una suite de un hotel en Monterrey, planearon varias ejecuciones y la consolidación de Sinaloa como un cártel más poderoso. Todo ello, según se asienta en la carta, se logró con el apoyo del poder político en turno.
Dirigida al entonces presidente Vicente Fox, la carta del sicario dice:
“… Se solicita que el presente relato se divulgue y se haga llegar a las diversas dependencias de gobierno para que las mismas robustezcan y confirmen lo expresado en la presente y por lo tanto se inicien las investigaciones correspondientes con autoridades que no estén coludidas con hechos y personajes que a continuación se relatarán.
“Hace aproximadamente tres meses en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, se realizó una junta entre diversos personajes, los cuales tienen relación con la delincuencia organizada y entre los que participaron en la misma destacan por su importancia Ismael El Mayo Zambada, Joaquín El Chapo Guzmán, Juan José Esparragoza Moreno, alias El Azul, Arturo Beltrán, entre otros.”
El objetivo del cónclave de capos, según escuchó Rodolfo Huerta, quien estuvo presente en la reunión, era “planear el crimen de Rodolfo Carrillo y una vez ejecutado éste tratar de incriminar (...) al grupo Los Zetas, teniendo como objetivo estas acciones por una parte terminar con la hegemonía que la familia Carrillo Fuentes tenía sobre este cártel, puesto que cuando Amado Carrillo vivía los titulares del cártel de Sinaloa (Zambada, Esparragoza y Arturo Beltrán) eran subordinados de él, manifestando dichos integrantes del cártel de Sinaloa que únicamente le debían lealtad a Amado Carrillo y no a los otros miembros de la familia”.
Según el sicario, “ese era el motivo por el cual Vicente Carrillo no había podido ocupar el mando de dicho cártel, puesto que lo han minado últimamente personas de su confianza y más recientemente a su hermano Rodolfo Carrillo Fuentes, usando el cártel de Sinaloa a la Policía Ministerial de Sinaloa para estos fines”.
De acuerdo con el pistolero, otro punto medular tratado en la cumbre de capos era exterminar a la organización de Los Zetas. Y los jefes del cártel de Sinaloa llevarían a cabo ese plan aprovechando el poder de su personal, el económico y el de varios funcionarios federales del más alto nivel que despachaban en la SIEDO.
Estos objetivos, dice la carta, tenían una finalidad: que El Mayo Zambada, El Azul Esparragoza y El Chapo Guzmán monopolizaran el narcotráfico y que ellos se consolidaran como cabezas de la organización criminal de Sinaloa, no sin exterminar a los jefes del cártel de Tijuana, otro de sus grupos rivales.
Ascenso
De acuerdo con las fichas criminales con las que cuentan la Procuraduría General de la República (PGR) y la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), los hermanos Amado, Cipriano y Vicente Carrillo Fuentes se iniciaron en el negocio del narcotráfico gracias a las enseñanzas del decano de los capos mexicanos Ernesto Fonseca Carrillo, actualmente preso en el penal del Altiplano sólo por el delito de homicidio: se le acusa de haber participado en los ochenta en la tortura y asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar, El Kiki.
Después de cuatro años de esplendor –fue jefe del cártel de Juárez de 1993 a 1997– Amado Carrillo Fuentes se sintió acorralado y emprendió su huida hacia Sudamérica: se afincó en Chile, Argentina y, según la PGR, también se escondió en Cuba.
Su muerte fue sorpresiva; tanto, que a 13 años de distancia aún circulan versiones de que está vivo y tales dichos se refuerzan por el hecho de que poco antes de que fuera declarado muerto su publirrelacionista, Eduardo González Quirarte, El Flaco, tuvo varias entrevistas en la Sedena con una finalidad: que cesara la persecución contra Amado Carrillo (Proceso 1732).
Tan pronto fue sepultado el llamado Señor de los Cielos en la finca La Aurora, en Guamuchilito, Sinaloa, su hermano Vicente tomó las riendas del cártel de Juárez, organización que tuvo enorme influencia en las esferas política y policiaca del país cuando la comandaba Amado Carrillo.
Lo primero que hizo El Viceroy como nueva cabeza del cártel de Juárez fue ubicar un sitio seguro. Escogió el municipio duranguense de Lerdo, refugio tradicional de los capos juarenses, donde tiene varias casas y donde es sabido en qué sitios se esconde.
Después se dedicó a cobrar las deudas que tanto narcos como empresarios habían contraído con su hermano Amado, según declaró Vicente Carrillo Leyva en la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/097/2004; entre ellos están Juan Zepeda Novelo Méndez y José Luis Sánchez Pizzini, a quienes El Señor de los Cielos, según el declarante, les entregó 30 millones de dólares para comprar acciones del banco Anáhuac, con el que diversos políticos, narcos y empresarios hacían negocios.
Tras el escándalo suscitado por la presunta inversión del cártel de Juárez en el banco Anáhuac salieron a relucir las relaciones de ese grupo criminal con políticos prominentes. Por ejemplo, Diego Fernández de Cevallos, secuestrado en mayo pasado, fue defensor de algunos personajes presuntamente ligados al narcotráfico que aparecieron como testaferros del cártel de Juárez.
A pesar de la separación del Mayo Zambada, El Azul y otras figuras emblemáticas del cártel de Juárez, Vicente Carrillo supo colarse muy bien en la estructura política en Chihuahua. Con el gobernador Patricio Martínez el cártel de Juárez alcanzó su mayor pujanza: controlaba a toda la policía del estado y tenía de su lado hasta al procurador estatal, Jesús Chito Solís, quien fue investigado por la SIEDO por presuntos vínculos con el narco.
El cártel de Juárez es visto por la DEA como una organización cimentada y en crecimiento desde 2002. Ese año la División de Investigación Federal de la Biblioteca del Congreso en Washington catalogó al cártel de Juárez como “la organización más poderosa de México”.
No es todo: le atribuyó a Vicente Carrillo, de 47 años, capacidad para recomponer el cártel que se vio mermado tras la muerte de su hermano, pues informó que esa organización contaba con unos 3 mil 300 miembros distribuidos en más de 400 células que operan en 17 entidades del país.
Impune en México, El Viceroy ha acumulado varios expedientes en Estados Unidos por sus actividades criminales. Por ejemplo, la justicia estadunidense ha girado dos órdenes de aprehensión en su contra: una en 1997 y otra en 2000. A la fecha acumula unos 46 cargos en cortes de Estados Unidos por narcotráfico y homicidio.
En 2005, el gobierno federal creyó haber detenido a Vicente Carrillo Fuentes cuando, presuntamente por una confusión, aprehendió al arquitecto Joaquín Romero Aparicio, que tiene un sorprendente parecido con el capo.
Entonces José Luis Santiago Vasconcelos afirmó categóricamente que le habían asestado un golpe contundente al narco con la captura de Carrillo Fuentes, pero la PGR dudó y sometió a un arraigo a Romero Aparicio, quien finalmente fue liberado por falta de pruebas: nunca se confirmó que se trataba de Vicente Carrillo y tampoco se le acreditaron nexos con el cártel de Juárez.
Un cártel poderoso
En los últimos cinco años el cártel de Juárez ha establecido alianzas con Los Zetas y con la organización de Tijuana, gracias a lo cual ha recuperado fuerza y se ha consolidado como el grupo criminal más poderoso que desde Chihuahua controla una veintena de estados del país. También ha fortalecido sus bases de sicariato con el surgimiento de al menos tres grupos de choque: La Línea, Los Aztecas y Los Mexicas, quienes han sembrado el terror con matanzas y levantones.
Actualmente, y con el liderazgo de Vicente Carrillo, mantiene bajo su férreo control a Ciudad Juárez –el punto fronterizo más importante del país– , pero para lograrlo sostiene una sangrienta disputa con el cártel de Sinaloa, que pretende ocupar esa plaza.
Para frenar la ola de violencia que padece Ciudad Juárez, el gobierno de Felipe Calderón ha ensayado todo: ha sustituido a la policía por militares, ha reforzado la seguridad con policías federales, pero ninguna medida ha resultado eficaz contra el avasallante poder del narco.
Además de la presumible protección policiaca que ha tenido el cártel de Juárez, siempre ha gozado del cobijo de altos mandos del Ejército, según dijo Vicente Carrillo Leyva, El Vicentillo, el 1 de marzo de 2009 ante la SIEDO (Proceso 1732).
Una anécdota contada por Carrillo Leyva y que consta en la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/097/2004 da cuenta de cómo efectivos del Ejército protegían a las figuras emblemáticas del cártel de Juárez:
Dice el declarante: “Llegamos a Cozumel en un avión privado mi padre (Amado Carrillo) y yo, y enseguida los militares rodearon el avión, al abrir las puertas nos saludaron muy amablemente diciéndonos que venían de parte del general Curiel... Los soldados nos llevaron al hotel. Lo hicieron en vehículos oficiales que, recuerdo, eran un Jeep y una Suburban, instalándonos en el hotel... Ya por la tarde llegó el general Curiel, se presentó con nosotros junto con otras decenas de altos mandos militares y todos se pusieron a nuestras órdenes”.
Por la cabeza de Vicente Carrillo Fuentes el gobierno de Estados Unidos ofrece una recompensa de 5 millones de dólares. La PGR ofrece 30 millones de pesos por quien aporte datos para poder aprehenderlo. No obstante las ofertas, nadie ha dado informes para localizarlo.

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