Vicente
Carrillo Fuentes, El Viceroy, se convirtió en jefe del cártel de Juárez
casi por accidente. A la muerte de su hermano Amado, quedó a cargo de
la organización criminal, pese a su aparente falta de liderazgo y su
temperamento violento en extremo. Ahora, 13 años después, El Viceroy
mantiene en funcionamiento a esa organización de narcotraficantes y
conserva el poder y el control de Ciudad Juárez, aunque desde hace
tiempo en abierta y feroz disputa con el cártel de Sinaloa.
En
septiembre de 2004, en la plaza Cinépolis de Culiacán fue asesinado
Rodolfo Carrillo Fuentes, El Niño de Oro, ejecución que se le atribuyó a
sicarios de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, líder del cártel de
Sinaloa.
Aún
velaban el cuerpo de Rodolfo Carrillo cuando su hermano Vicente, El
Viceroy, telefoneó a Ismael El Mayo Zambada, señalado entonces como
protector del Chapo.
–Te llamo para preguntarte si estás conmigo o contra mí –soltó Vicente Carrillo con su característico tono golpeado.
–Yo estoy contigo, compadre… –habría respondido Zambada García.
–Si
es así, quiero que me entregues la cabeza de ese hijo de la chingada
–exigió Carrillo en referencia a Guzmán Loera (Proceso 1455).
La
respuesta nunca llegó y así comenzó la guerra entre los cárteles de
Sinaloa y de Juárez, la que mantiene a Chihuahua en una sicosis
permanente, particularmente a Ciudad Juárez.
Vicente Carrillo, también conocido como El Coronel, asumió el mando del cártel de Juárez en 1997, a raíz de la muerte de Amado Carrillo.
Pero
su ascenso en el mundo del narco no fue rápido ni fácil; se le
criticaban la falta de liderazgo y una personalidad extremadamente
violenta y sanguinaria, según consta en un perfil elaborado por la Drug Enforcement Administration (DEA), la agencia antidrogas estadunidense.
Su
carácter determinó que los principales socios de Amado Carrillo –Ismael
Zambada García, El Mayo, y Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, entre
otros– se separaran del cártel de Juárez y comenzaran a operar por su
cuenta en el Pacífico. Fue evidente que no quisieron arriesgar su
seguridad al lado de un personaje que solía actuar por impulsos.
Vicente
Carrillo –con hegemonía entonces en Chihuahua, Durango, Sinaloa,
Coahuila, Sonora y Quintana Roo– no vaciló en tomar las riendas del
cártel que en los setenta fundó Pablo Acosta Villarreal, El Zorro del
Desierto.
Acosta
fue maestro de los hermanos Amado, Cipriano y Rodolfo. El que los
presentó fue Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto, de quien se afirma que
es tío de los Carrillo, aunque en diversas ocasiones él lo ha negado.
Sin
duda el más aventajado de los tres fue Amado, quien murió, según la
versión oficial, tras someterse a una cirugía plástica con liposucción
en julio de 1997. Cipriano falleció por causas naturales. Rodolfo fue
asesinado. El que sobrevivió a todos los embates fue el cuarto hermano,
Vicente, pero no le fue tan bien.
Sin
el apoyo de sus principales socios, El Viceroy se hizo de los servicios
de un grupo de sicarios tan violentos como él encabezados por Arturo
González Hernández, El Chaky. Este sujeto pronto cobró una fama terrible
porque solía quemar a sus víctimas o incluso sepultarlas en vida. Fue
detenido en abril de 2003 en el estado de Durango. El otro brazo
importante de Vicente fue su sobrino Vicente Carrillo Leyva, hijo de
Amado, capturado a finales de febrero de 2009 bajo el cargo de lavado de
dinero.
Vicente
Carrillo parecía quedarse solo. El peor momento para él llegó poco
después de que El Chapo se fugó del penal de Puente Grande, Jalisco. La
hegemonía de la familia Carrillo en el negocio de las drogas se puso en
riesgo y varios capos emblemáticos, entre ellos El Mayo, planearon
desplazarla de los territorios bajo su dominio.
Así
quedó establecido en una carta fechada el 13 de octubre de 2004 firmada
por un sicario al servicio de los hermanos Beltrán Leyva: Rodolfo
Huerta.
El gatillero entregó la misiva a la Presidencia de la República
el 15 del mismo mes, días después de haber escuchado una conversación
entre los altos mandos del narcotráfico, quienes, desde una suite de un
hotel en Monterrey, planearon varias ejecuciones y la consolidación de
Sinaloa como un cártel más poderoso. Todo ello, según se asienta en la
carta, se logró con el apoyo del poder político en turno.
Dirigida al entonces presidente Vicente Fox, la carta del sicario dice:
“…
Se solicita que el presente relato se divulgue y se haga llegar a las
diversas dependencias de gobierno para que las mismas robustezcan y
confirmen lo expresado en la presente y por lo tanto se inicien las
investigaciones correspondientes con autoridades que no estén coludidas
con hechos y personajes que a continuación se relatarán.
“Hace
aproximadamente tres meses en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, se
realizó una junta entre diversos personajes, los cuales tienen relación
con la delincuencia organizada y entre los que participaron en la misma
destacan por su importancia Ismael El Mayo Zambada, Joaquín El Chapo
Guzmán, Juan José Esparragoza Moreno, alias El Azul, Arturo Beltrán,
entre otros.”
El
objetivo del cónclave de capos, según escuchó Rodolfo Huerta, quien
estuvo presente en la reunión, era “planear el crimen de Rodolfo
Carrillo y una vez ejecutado éste tratar de incriminar (...) al grupo
Los Zetas, teniendo como objetivo estas acciones por una parte terminar
con la hegemonía que la familia Carrillo Fuentes tenía sobre este
cártel, puesto que cuando Amado Carrillo vivía los titulares del cártel
de Sinaloa (Zambada, Esparragoza y Arturo Beltrán) eran subordinados de
él, manifestando dichos integrantes del cártel de Sinaloa que únicamente
le debían lealtad a Amado Carrillo y no a los otros miembros de la
familia”.
Según
el sicario, “ese era el motivo por el cual Vicente Carrillo no había
podido ocupar el mando de dicho cártel, puesto que lo han minado
últimamente personas de su confianza y más recientemente a su hermano
Rodolfo Carrillo Fuentes, usando el cártel de Sinaloa a la Policía Ministerial de Sinaloa para estos fines”.
De
acuerdo con el pistolero, otro punto medular tratado en la cumbre de
capos era exterminar a la organización de Los Zetas. Y los jefes del
cártel de Sinaloa llevarían a cabo ese plan aprovechando el poder de su
personal, el económico y el de varios funcionarios federales del más
alto nivel que despachaban en la SIEDO.
Estos
objetivos, dice la carta, tenían una finalidad: que El Mayo Zambada, El
Azul Esparragoza y El Chapo Guzmán monopolizaran el narcotráfico y que
ellos se consolidaran como cabezas de la organización criminal de
Sinaloa, no sin exterminar a los jefes del cártel de Tijuana, otro de
sus grupos rivales.
Ascenso
De acuerdo con las fichas criminales con las que cuentan la Procuraduría General de la República (PGR) y la Secretaría de la Defensa Nacional
(Sedena), los hermanos Amado, Cipriano y Vicente Carrillo Fuentes se
iniciaron en el negocio del narcotráfico gracias a las enseñanzas del
decano de los capos mexicanos Ernesto Fonseca Carrillo, actualmente
preso en el penal del Altiplano sólo por el delito de homicidio: se le
acusa de haber participado en los ochenta en la tortura y asesinato del
agente de la DEA Enrique Camarena Salazar, El Kiki.
Después de cuatro años de esplendor –fue jefe del cártel de Juárez de 1993 a
1997– Amado Carrillo Fuentes se sintió acorralado y emprendió su huida
hacia Sudamérica: se afincó en Chile, Argentina y, según la PGR, también se escondió en Cuba.
Su
muerte fue sorpresiva; tanto, que a 13 años de distancia aún circulan
versiones de que está vivo y tales dichos se refuerzan por el hecho de
que poco antes de que fuera declarado muerto su publirrelacionista,
Eduardo González Quirarte, El Flaco, tuvo varias entrevistas en la Sedena con una finalidad: que cesara la persecución contra Amado Carrillo (Proceso 1732).
Tan pronto fue sepultado el llamado Señor de los Cielos en la finca La Aurora,
en Guamuchilito, Sinaloa, su hermano Vicente tomó las riendas del
cártel de Juárez, organización que tuvo enorme influencia en las esferas
política y policiaca del país cuando la comandaba Amado Carrillo.
Lo
primero que hizo El Viceroy como nueva cabeza del cártel de Juárez fue
ubicar un sitio seguro. Escogió el municipio duranguense de Lerdo,
refugio tradicional de los capos juarenses, donde tiene varias casas y
donde es sabido en qué sitios se esconde.
Después
se dedicó a cobrar las deudas que tanto narcos como empresarios habían
contraído con su hermano Amado, según declaró Vicente Carrillo Leyva en
la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/097/2004; entre ellos están Juan
Zepeda Novelo Méndez y José Luis Sánchez Pizzini, a quienes El Señor de
los Cielos, según el declarante, les entregó 30 millones de dólares
para comprar acciones del banco Anáhuac, con el que diversos políticos,
narcos y empresarios hacían negocios.
Tras
el escándalo suscitado por la presunta inversión del cártel de Juárez
en el banco Anáhuac salieron a relucir las relaciones de ese grupo
criminal con políticos prominentes. Por ejemplo, Diego Fernández de
Cevallos, secuestrado en mayo pasado, fue defensor de algunos personajes
presuntamente ligados al narcotráfico que aparecieron como testaferros
del cártel de Juárez.
A
pesar de la separación del Mayo Zambada, El Azul y otras figuras
emblemáticas del cártel de Juárez, Vicente Carrillo supo colarse muy
bien en la estructura política en Chihuahua. Con el gobernador Patricio
Martínez el cártel de Juárez alcanzó su mayor pujanza: controlaba a toda
la policía del estado y tenía de su lado hasta al procurador estatal,
Jesús Chito Solís, quien fue investigado por la SIEDO por presuntos vínculos con el narco.
El cártel de Juárez es visto por la DEA como una organización cimentada y en crecimiento desde 2002. Ese año la División de Investigación Federal de la Biblioteca del Congreso en Washington catalogó al cártel de Juárez como “la organización más poderosa de México”.
No
es todo: le atribuyó a Vicente Carrillo, de 47 años, capacidad para
recomponer el cártel que se vio mermado tras la muerte de su hermano,
pues informó que esa organización contaba con unos 3 mil 300 miembros
distribuidos en más de 400 células que operan en 17 entidades del país.
Impune
en México, El Viceroy ha acumulado varios expedientes en Estados Unidos
por sus actividades criminales. Por ejemplo, la justicia estadunidense
ha girado dos órdenes de aprehensión en su contra: una en 1997 y otra en
2000. A la fecha acumula unos 46 cargos en cortes de Estados Unidos por narcotráfico y homicidio.
En
2005, el gobierno federal creyó haber detenido a Vicente Carrillo
Fuentes cuando, presuntamente por una confusión, aprehendió al
arquitecto Joaquín Romero Aparicio, que tiene un sorprendente parecido
con el capo.
Entonces
José Luis Santiago Vasconcelos afirmó categóricamente que le habían
asestado un golpe contundente al narco con la captura de Carrillo
Fuentes, pero la PGR
dudó y sometió a un arraigo a Romero Aparicio, quien finalmente fue
liberado por falta de pruebas: nunca se confirmó que se trataba de
Vicente Carrillo y tampoco se le acreditaron nexos con el cártel de
Juárez.
Un cártel poderoso
En
los últimos cinco años el cártel de Juárez ha establecido alianzas con
Los Zetas y con la organización de Tijuana, gracias a lo cual ha
recuperado fuerza y se ha consolidado como el grupo criminal más
poderoso que desde Chihuahua controla una veintena de estados del país.
También ha fortalecido sus bases de sicariato con el surgimiento de al
menos tres grupos de choque: La Línea, Los Aztecas y Los Mexicas, quienes han sembrado el terror con matanzas y levantones.
Actualmente,
y con el liderazgo de Vicente Carrillo, mantiene bajo su férreo control
a Ciudad Juárez –el punto fronterizo más importante del país– , pero
para lograrlo sostiene una sangrienta disputa con el cártel de Sinaloa,
que pretende ocupar esa plaza.
Para
frenar la ola de violencia que padece Ciudad Juárez, el gobierno de
Felipe Calderón ha ensayado todo: ha sustituido a la policía por
militares, ha reforzado la seguridad con policías federales, pero
ninguna medida ha resultado eficaz contra el avasallante poder del
narco.
Además
de la presumible protección policiaca que ha tenido el cártel de
Juárez, siempre ha gozado del cobijo de altos mandos del Ejército, según
dijo Vicente Carrillo Leyva, El Vicentillo, el 1 de marzo de 2009 ante la SIEDO (Proceso 1732).
Una
anécdota contada por Carrillo Leyva y que consta en la averiguación
previa PGR/SIEDO/UEIDCS/097/2004 da cuenta de cómo efectivos del
Ejército protegían a las figuras emblemáticas del cártel de Juárez:
Dice
el declarante: “Llegamos a Cozumel en un avión privado mi padre (Amado
Carrillo) y yo, y enseguida los militares rodearon el avión, al abrir
las puertas nos saludaron muy amablemente diciéndonos que venían de
parte del general Curiel... Los soldados nos llevaron al hotel. Lo
hicieron en vehículos oficiales que, recuerdo, eran un Jeep y una
Suburban, instalándonos en el hotel... Ya por la tarde llegó el general
Curiel, se presentó con nosotros junto con otras decenas de altos mandos
militares y todos se pusieron a nuestras órdenes”.
Por la cabeza de Vicente Carrillo Fuentes el gobierno de Estados Unidos ofrece una recompensa de 5 millones de dólares. La PGR
ofrece 30 millones de pesos por quien aporte datos para poder
aprehenderlo. No obstante las ofertas, nadie ha dado informes para
localizarlo.
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