Michael D. Tanner dice que "El énfasis del
Papa en las necesidades de los pobres es importante, especialmente en la
política de hoy, donde la pobreza es muchas veces un asunto tangencial
para la política pública. Pero al llamar atención al problema, él no
logra comprender que el capitalismo de libre mercado no es una causa de
la pobreza, sino una solución".
El énfasis del Papa en las necesidades de los pobres es importante, especialmente en la política de hoy, donde la pobreza es muchas veces un asunto tangencial para la política pública. Pero al llamar atención al problema, él no logra comprender que el capitalismo de libre mercado no es una causa de la pobreza, sino una solución.
Para encontrar un ejemplo, el Papa no necesita mirar más allá de su nativa Argentina. En 1980, menos de 1 por ciento de los argentinos vivía en pobreza extrema (esto es, con menos de $2 por día), mientras que en su vecino Chile, la tasa de pobreza extrema excedía 15 por ciento. Hoy, mientras que proporción de argentinos que viven en extrema pobreza ha aumentado ligeramente, a cerca de 3 por ciento, Chile ha visto la reducción más dramática en pobreza de América Latina. Menos de 2 por ciento de los chilenos ahora viven en pobreza extrema.
El crecimiento económico en general relata una historia similar. Luego de ajustar para el poder de la paridad de compra, el PIB per cápita era un 12 por ciento más alto en Argentina que el de Chile en 1980. Hoy, el PIB per cápita de Chile es 16 por ciento más alto que el de Argentina. ¿A qué se debe la diferencia? Siguiendo la caída de Salvador Allende, Chile se adhirió al capitalismo de libre mercado. Y mientras que las ganancias económicas iniciales estuvieron manchadas por la brutal dictadura bajo el General Pinochet, ellos han continuado en gran medida bajo gobiernos democráticos que reemplazaron al régimen militar. La transformación ha incluido a todo desde el libre comercio hasta impuestos más bajos, desde la desnacionalización de las empresas estatales hasta la privatización de la seguridad social. Según el último informe de Libertad Económica en el Mundo, la economía chilena es ahora la treceava economía más libre del mundo —más libre, de hecho, que la economía estadounidense.
Mientras tanto, la economía argentina ha continuado firmemente bajo el control estatal impuesto por una sucesión de presidentes. El índice de Libertad Económica en el Mundo ubicó a Argentina en la decepcionante posición No. 151. Y los argentinos están sufriendo las consecuencias. La realidad es que el capitalismo de libre mercado ha hecho más para ayudar a los pobres que cualquier otra fuerza en la historia. Considere que durante los últimos 20 años, conforme gran parte del mundo se adhirió a los mercados libres, más de mil millones de personas han salido de la pobreza, mientras que el número de personas que viven con menos de $2 al día se ha reducido a la mitad. En China solamente, incluso la adopción parcial de una economía orientada hacia el mercado ha salvado a más de 650 millones de personas de la pobreza. Cerca de 84 por ciento de los chinos vivían en extrema pobreza en 1987. Hoy, menos de 20 por ciento son pobres.
En África Sub-Sahariana, el PIB per cápita se ha más que triplicado desde el 2000. En India, un declive de un 90 por ciento en el hambre empezó cuando el gobierno eliminó gran parte de su régimen socialista y regulatorio e introdujo reformas de libre mercado, empezando en 1991.
A lo largo de gran parte de la historia de la humanidad, gran parte de los seres humanos vivieron en una verdadera pobreza extrema. De hecho, incluso los más ricos y poderosos carecían de bienes y servicios que hoy están al alcance de todos excepto los más pobres de hoy. Pero como Charles Murray dice, “en todo lugar donde el capitalismo...se implantó, la riqueza nacional empezó a aumentar y la pobreza empezó a caer. En todo lugar donde el capitalismo no se implantó, las personas permanecieron empobrecidas. En todo lugar donde el capitalismo ha sido rechazado desde ese entonces, la pobreza ha aumentado”. Una vez más, vea lo que pasa en Venezuela.
O como Bono, difícilmente un ícono de la derecha, explica, “El capitalismo saca a más personas de la pobreza que la ayuda externa”.
El Papa Francisco está en lo correcto al recordarnos de nuestra obligación de ayudar a los pobres y menos afortunados. Pero el Papa, quien admite que no es un economista, no comprende el poder transformador de los mercados libres. Dada la notable compasión que este Papa ha mostrado en muchos asuntos, realmente sería una ironía amarga si su crítica mal informada del capitalismo condenase a más personas a vivir una vida en la pobreza.
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