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domingo, 15 de septiembre de 2024

No, la izquierda no quiere el petróleo venezolano, qué va -

Es la malvada derecha la que quiere aprovecharse de los recursos naturales de Venezuela, esos recursos que han hecho muchimillonarias a las familias más poderosas del régimen. su excelente discurso de este martes en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo ha enumerado diez razones por las que España debería reconocer al verdadero ganador de las elecciones en Venezuela, Edmundo González Urrutia, como lo que en justicia es y debería ser: el presidente electo de aquel país.

 a primera de ellas ha sido por las "razones éticas" obvias, que además en su opinión –y en la mía– son también un "imperativo estratégico" ya que, ha insistido en el argumento: "Lo moral es lo eficaz".

Yo comparto ese imperativo moral –la libertad debe ser defendida en Caracas o en Teherán– y además creo que en el caso de la diputada popular eso es realmente lo que le da impulso, aunque obviamente entiendo que no todo el mundo esté de acuerdo en esto. Cada uno es muy libre para creer lo que quiera al respecto.

 

Sin embargo, se crea o no en la buena fe de Álvarez de Toledo, tiene cierta guasa que la gran crítica de la izquierda a la política exterior de los demás sea siempre el petróleo, tal y como ha recordado este martes el muy limitado diputado del BNG, al que voy a hacer el favor de no buscar su nombre en Google.

Es una cantinela que llevo años escuchando: cualquier cosa que hagan los países democráticos en contra de un régimen criminal es porque quieren hacerse con el petróleo, ya sea en Irak o en Venezuela.

Mientras, la izquierda presume de una moral inmaculada y de no estar interesada en el petróleo, ese mismo petróleo que el chavismo ha esquilmado para promocionar su revolución del siglo XXI por toda Iberoamérica. Es más, esa izquierda desinteresada y pura ha puesto a la mismísima Delcy ‘Maletas’ Rodríguez como ministra del ramo, para tener el tema atado y bien atado.

Es la malvada derecha la que quiere aprovecharse de los recursos naturales de Venezuela, esos recursos –ya sean petróleo o coca– que han hecho muchimillonarias a las familias más poderosas del régimen, que llevan años sirviendo para que Zapatero trabaje con un insólito ahínco para el chavismo, que le proporcionaron a Juan Carlos Monedero unos cientos de miles de dólares por aquel informe que nadie ha visto…

Y todo mientras el pueblo de Venezuela se hundía en unos niveles de pobreza que no había sufrido en su historia, mientras ocho millones de venezolanos tenían que abandonar el país empujados por la dictadura, sí, pero también por el hambre.

Fidel Castro amasó una de las mayores fortunas de América; los sátrapas norcoreanos llevan ya más de siete décadas viviendo a todo lujo a costa del hambre, y la sangre, de sus compatriotas; los soviets arrasaron desde el primer momento no sólo con las vidas de burgueses y nobles, sino también y sobre todo con sus bienes; y, no lo olvidemos, los socialistas Prieto y Negrín robaron la fortuna que antes se había robado para sostener al exilio republicano.

Es decir, la izquierda ha sido siempre una cueva de ladrones que han arrasado con todo lo que estuviese a su alcance en los países que tenían la desgracia de caer en su poder. Pero ahí les tienen, denunciando que son los demás los que quieren el petróleo de Venezuela.

Hay reconocer que elevan la desvergüenza a la categoría de arte.


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