La frustración de vivir en Venezuela se cobró la muerte de un venezolano que al tradicional estilo de los cubanos, intentó llegar en balsa a Aruba
El 29 de marzo se materializó el famoso “no vale, yo no creo”; y es que la frustración de vivir en Venezuela y la ilusión de prosperar, se cobró la muerte de un venezolano que, al tradicional estilo de los cubanos, intentó llegar en balsa a la isla de Aruba.
En los últimos 15 años, y con la llegada de la “Revolución del Siglo XXI”, más de 1 millón y medio de venezolanos decidieron emigrar. Hasta el 2014 la mayoría de ellos lo hizo de manera aérea con pasaporte en mano, y otros decidieron cruzar las fronteras vía terrestre.
Sin embargo, en 2015 se rompieron los esquemas cuando tres mujeres venezolanas arriesgaron sus vidas en balsa y llegaron a Trinidad y Tobago con el objetivo “de conseguir un futuro próspero”.
Ahora sí podemos decir que los balseros venezolanos existen y que, al igual que los cubanos, huyen de un socialismo que los arrastra a vivir en precarias condiciones.
El 51% de los venezolanos que se encuentra fuera del país es un tumulto de jóvenes profesionales con estudios universitarios, que confían en economías extranjeras, pues la de su nación está en debacle.
Antes, los venezolanos enviaban pasta dental, jabones y productos básicos a los cubanos que en la década de los años noventa atravesaban por el llamado “período especial”. Ahora, los mismos venezolanos viajan a Cuba y otros países para conseguir los productos que en su tierra no se consiguen.
Según la encuestadora Numbeo, este país suramericano tiene el peor índice de calidad de vida. De acuerdo con el FMI, la inflación cerrará en 720%, la mayor del mundo, pero además con el salario más bajo de la región.
Las cifras de escasez de productos, alimentos y medicamentos superan el 70%; y como un factor no menos importante, la capital, Caracas, es la más insegura y violenta del mundo.
Los trabajos formales en Venezuela no representan un ingreso digno que les permita superarse, comprarse una casa o un carro. El dinero no alcanza ni para la comida.
El precio de pasajes aéreos, por ejemplo, es prohibitivo, tanto que un venezolano debe ahorrar todo su salario durante un año, y no hacer gasto alguno para poder comprar un boleto con un destino cercano como Aruba.
Según la Unidad de Análisis Económico de Datanálisis, el venezolano no dispone ni siquiera del 2% para ahorrar, situación que les dificulta independizarse para formar familias y brindar estabilidad a sus hogares.
[adrotate group=”8″]A todos estos factores que influyen en la estabilidad física, psicológica y social de los venezolanos, se adicionan las constantes violaciones a los derechos y libertades protagonizadas por el Gobierno de Nicolás Maduro. El ciudadano tiene miedo a expresarse para exigir un cambio de rumbo en el país.
Venezuela no es un país que formalmente tiene sus fronteras cerradas, pero la calidad de vida de sus habitantes no hace más que empeorar.
Sin un cambio de rumbo, la crisis venezolana llevará a más personas a entrar en una punto tal de desesperación que los empujaría a salir del país “al costo que sea y como sea”.
Poco a poco, las historias de balseros venezolanos dejarán de ser una novedad.
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