"Seamos
sinceras: el dinero y el poder estimulan la actividad sexual", dijo la
invitada frente a un grupo de amigas. El comentario, generó una fuerte
discusión en torno a las mujeres de los narcos.
¿Qué
lleva a alguien a convertirse en pareja de un narcotraficante? Mis
amigas coincidieron en señalar que el dinero y la seducción del poder.
La pregunta fue replanteada: ¿Excita sexualmente el dinero y el poder?
Todas aceptaron que ambos factores mejoran la cama, incluso alguna
reconoció que los uniformes le alteran las hormonas. Y la mayoría aceptó
que la seguridad económica es un factor que aumenta la libido. Otro
grupo más reducido, debo reconocerlo, defendíamos la versión de la
sexualidad basada en la atracción física y mental; en el amor, la
química, la coincidencia intelectual, ideológica; de un proyecto de vida
y esas cosas que a la luz de las carcajadas de algunas, parecen pasadas
de moda.
El
caso es que intentamos diseccionar algunas personalidades de las
llamadas narcobellezas: mujeres "enamoradas" de los capos del narco, que
han renunciado a todo para atar sus vidas a la violencia y la
delincuencia organizada a cambio de dinero y poder. "El
amor puede salirte caro", dice una de las campañas publicitarias que
intenta disuadir a las mujeres mexicanas de involucrarse
sentimentalmente con narcos. Pero la realidad es que la crisis económica
le resta efectividad a esa campaña.
En
los últimos años la penetración femenina en el tráfico de drogas ha
sido decisiva para el crecimiento multinacional de los carteles
mexicanos. Las parejas de los narcos se dedican a dirigir el menudeo de
la droga, a las relaciones públicas para el blanqueo de capitales y por
supuesto a la administración de la empresa familiar.
Gozan
de ostentación de riqueza con lujos asiáticos basados en grandiosas
residencias, espectaculares coches y camionetas, joyas... y todo lo que
supuestamente "hace feliz" a las mujeres. Lamentablemente ese imperio de
oropel se cae estrepitosamente frente a una ruptura. En este tipo de
relaciones no cabe la separación pacífica. El riesgo siempre es el
mismo: la muerte o la cárcel.
Zulema
Hernández fue novia de Joaquín El Chapo Guzmán. Morena, hermosa, de
origen sinaloense, se unió desde muy joven sentimentalmente al capo del
Cártel de Sinaloa sin pensar en lo que podría pasarle. A los 23 años fue
sentenciada por delincuencia organizada y recluida en el penal de
Puente Grande igual que su amante, quien finalmente se fugó en enero del
2001. Logró salir posteriormente, pero volvió a la cárcel en enero del
2004. Dos años después obtuvo su libertad. Poco le duró. Apareció
enjacuelada en diciembre del año pasado. Su cuerpo escultural presentaba
muestras de tortura. Llevaba marcada la letra Zeta con navaja y pintura
negra en ambos glúteos, espalda, senos y abdomen. Así terminó.
Los
narcos las prefieren hermosas. Les gusta presumir de sus
mujeres-trofeo. A veces las consiguen a la fuerza, a base de amenazas y
coacción. Y otras más las conquistan con muchos dólares. En una redada
el año pasado, detuvieron a Laura Elena Zúñiga Guisar, miss Sinaloa y
reina de Belleza Iberoamericana 2008. Era novia de Ángel Orlando García
Urquiza, uno de los capos del Cártel de Juárez. Deslumbrada por la
riqueza dejo su trabajo de maestra de preescolar para convertirse en la
mujer de un narco y colaborar en el traslado de dinero hacia Sudamérica.
Cuando la detuvieron la despojaron de sus títulos de belleza.
Son
tantas las mujeres destacadas en el narco, pero existen casos
paradigmáticos como el de Sandra Ávila Beltrán, la llamada "Reina del
Pacífico" inspiración de Arturo Pérez Reverte para su novela. A
diferencia de las dos anteriores, la vida de esta mujer es glamorosa
gracias a su lista de amantes, auténticos capos del narcotráfico: el
Mayo Zambada, Ernesto Fonseca Don Neto o Miguel Ángel Félix Gallardo.
Creció en ese ambiente al ser sobrina de los famosos Beltrán Leyva y la
incluyeron desde muy temprana edad en la llamada "Federación" o Cártel
del milenio. Se encargaba de lavar los activos de la organización y
coordinaba fríamente a los sicarios. La DEA la buscaba hace años y la detuvo en 2007. A pesar de su altanería, de sus atributos físicos con los que conquistó a maleantes y policías, la Reina del Pacífico se pudre actualmente en la cárcel sin que nadie de los suyos la defienda.
No
siempre existe un lazo sentimental, sexual o económico entre las
mujeres y los narcos. Algunas están inmersas por herencia. El nuevo mito
literario y periodístico de las mujeres en el narco es la poderosa
Enedina Arellano Félix, jefa del Cártel de Tijuana, quien después de la
muerte de su hermano Ramón y la detención de Benjamín y Francisco Javier
"El Tigrillo", se hizo cargo de la empresa familiar con visión
empresarial y una fina estrategia de relaciones públicas que la ha
permitido incluso disminuir la violencia e incrementar las ganancias
multimillonarias.
La
adrenalina que adquieren las mujeres en el narco debe ser excitante
bajo la misma fórmula: sexo, dinero, drogas y poder... ¡too much!
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