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lunes, 23 de mayo de 2016

La importancia de controlar la deuda pública

En el Informe sobre la Situación de las Finanzas Públicas y la Deuda Pública dado a conocer el pasado fin de semana, se confirmó que la deuda pública en México sigue creciendo de manera importante. En su definición más amplia, que es el “Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público” se ha duplicado como porcentaje del PIB en los pasados diez años, ya que de representar cerca de 22 por ciento de la producción nacional en 2006 llegó a 36.4 por ciento al final de 2012 y ya equivale al 47.6 por ciento al término del primer trimestre del presente año. Esto es, más que se ha duplicado en una década.

La deuda pública resulta de un desequilibrio fiscal entre todos los ingresos públicos y todos los gastos del sector público, el cual ha sido superior a 4.0 por ciento del PIB en los últimos años. Para poder cubrir este faltante el gobierno tiene que endeudarse cada año, lo cual tiene distintos impactos en los mercados financieros nacionales e internacionales. Uno de los más frecuentes es el desplazamiento del sector privado de los mercados de deuda, así como presionar al alza las tasas de interés que se le cobran a los deudores. Es por lo mismo muy frecuente el reclamo de las empresas, sobre todo las pequeñas y medianas, de que no obtienen créditos a tasas competitivas, lo cual les impide rivalizar de manera adecuada contra los productores extranjeros.

Por el lado del gasto público es frecuente ver y escuchar la presión de los distintos sectores y grupos que no sólo piden, sino exigen, más recursos para cubrir necesidades reales que consideran necesarias, como si el gobierno federal fuera una fuente inagotable de recursos financieros. Lo mismo se pide dinero para que se construyan más carreteras que para sistemas de agua potable u hospitales o edificios de oficinas, que para otorgar subsidios a sectores necesitados o para realizar congresos constituyentes. Por otro lado, también justifican el gasto para crear sistemas de transporte o para reforzar la lucha contra la delincuencia.

Sin embargo, los ingresos públicos no sólo no se incrementan, sino que disminuyen como lo confirma el reporte de finanzas públicas durante el primer trimestre de 2016. En los primeros tres meses del presente año los ingresos totales que tuvo el sector público fueron inferiores en 5.3 por ciento (una vez descontando la inflación) que en los mismos meses del año pasado. Esto significa que los ingresos nominales del sector público son menores en casi 8.0 por ciento respecto al año anterior.

Resalta esta contracción a pesar de que los ingresos públicos derivados de los impuestos han crecido en los mismos meses en 5.9 por ciento por arriba de la inflación; es decir, los causantes estamos pagando más impuestos en presente año, al igual que en 2015. La razón de los menores ingresos totales se debe a que los ingresos no tributarios, principalmente los petroleros, han tenido una contracción de 22.9 por ciento en el trimestre.

Cabe destacar el esfuerzo que ha realizado el gobierno para evitar que se eleve aún más la deuda, como es la reducción del gasto público, el cual ha bajado 7.3 por ciento en comparación al año pasado. Sin embargo, hay ciertos conceptos que no se pueden reducir como son el costo financiero de la deuda, que está ya elevándose a tasas de 13 por ciento, y el pago de pensiones y jubilaciones que está creciendo 4.3 por ciento arriba de la inflación.

El déficit fiscal se puede cubrir de manera temporal por medio del incremento en la deuda pública, pero en el mediano plazo esto eleva el pago de los intereses, lo que a su vez sube el gasto público, lo que vuelve a incrementar el gasto público, cayendo así en un círculo vicioso del cual es muy difícil salir. Esta es la situación actual que tienen Brasil y Venezuela y que en la década de los ochenta le pasó en México. Es por lo mismo muy importante que el gasto público se ejerza con honradez y en aspectos que realmente ayuden a mejorar el ingreso nacional y la producción.

Estamos a tiempo para detener el crecimiento del déficit público y de la deuda, lo cual es la base del crecimiento estable y sólido, en este momento en que el entorno internacional está en un periodo de relativa tranquilidad. Sin embargo, los síntomas son claros de que se tendrá un nuevo periodo de fuerte volatilidad internacional en el mediano plazo.

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