Por Gina Montaner
La noche del desfile de Chanel en el
Paseo del Prado habanero Mariela Castro, la hijísima de Raúl Castro,
declaraba ufana que “todo el mundo quiere venir” para conocer la
apetitosa “manzana prohibida”. Se refería a Cuba y el deseo de muchos,
dijo, de “saborearla, disfrutarla y conocerla”.
Como Mariela y su dinastía forman parte
de ese mundo privilegiado que es la nomenclatura castrista, ella y
diversos familiares departieron con los celebrities y el Kaiser Lagerfeld como si se tratara de un posado para la revista ¡Hola!
No le falta razón a esta mujer que hace
las funciones de Primera Dama junto a su padre cuando afirma, no sin
sorna, que “finalmente el mundo se abre a Cuba”. En efecto, hay
cubamanía, un entusiasmo que también se vivió cuando los comunistas
chinos decidieron apostar por el capitalismo controlado por el estado.
La novedad de la isla caribeña, en la que ahora los famosos hacen photocall,
es la misma que cuando los turistas comenzaron a viajar en hordas a
China para disfrutar de los lujos de Shangai y la compra de artículos de
marca falsificados.
Lo que hoy ya es habitual en el país
asiático es el carro al que pretende montarse el régimen castrista:
atraer negocios e inversores, siempre y cuando el statu quo político
permanezca intacto. O sea, con Mariela y su familia a salvo de un estado
de derecho con elecciones libres que barra de una vez el inmovilismo
que perdura desde hace más de cinco décadas. Cuando la hija de Raúl, que
ostenta cargos no por medio de la meritocracia sino de la castrocracia,
presume de la “manzana prohibida”, no lo hace pensando en el recetario
que el presidente Obama les recomendó al afirmar que el verdadero cambio
pasa por la transición a la democracia.
Sin embargo, conviene resaltar (por una cuestión de principios frente
a la “banalización del mal”) la noticia de que el último preso político
de las revueltas de Tiananmen podría ser liberado en otoño después de
cumplir 27 años de prisión
Hablemos claro: en estos días de barcos
cruzando el Estrecho de la Florida, modelos contoneándose en una
pasarela fuertemente vigilada por la Seguridad del Estado y turistas
accidentales que lo mismo se compran una guayabera en La Habana Vieja o
encargan en China un traje de seda hecho a la medida, merece la pena
mencionar lo que ningún guía va a explicar ni en La Habana ni en
Beijing.
Por ejemplo, un recorrido en el Museo de
la Revolución no puede incluir un repaso de los fusilamientos en el
presidio político cubano. Ni Mariela Castro va a dar una conferencia
magistral en el Adonia sobre los campos de trabajo forzados de la UMAP,
donde los homosexuales, entre otras víctimas del castrismo, sufrieron
todo tipo de vejaciones. ¿Cómo iba a hacerlo? Ella es el rostro
agraciado y humano de una dinastía enquistada en el poder.
Todavía hoy en China los visitantes no
se atreven a preguntar abiertamente sobre la matanza de Tiananmen en
1989 y sus guías pueden acabar en la cárcel si abordan este asunto tabú.
Sin embargo, conviene resaltar (por una cuestión de principios frente a
la “banalización del mal”) la noticia de que el último preso político
de las revueltas de Tiananmen podría ser liberado en otoño después de
cumplir 27 años de prisión.
Miao Deshun tenía 25 años cuando fue
arrestado junto con otros 1,500 jóvenes que luchaban por el cambio. Hoy,
a sus 51 años, lo poco que se sabe de él es que está muy enfermo y
sufre brotes de esquizofrenia por el maltrato sicológico y físico que ha
sufrido. Gracias a la Fundación Dui Hua, una organización pro derechos
humanos con sede en San Francisco, la causa de Deshun y otros disidentes
no cayó en el olvido, pues a lo largo de los años han exigido al
gobierno chino la liberación de los opositores.
¿Recuerdan que durante la visita de
Obama a Cuba un periodista de CNN provocó la ira de Raúl Castro cuando
le preguntó por los prisioneros políticos? Bien, esa es la realidad que
todo el brillo del granito pulido del Paseo del Prado no podrá tapar. La
miseria moral de un gobierno que Mariela Castro y su corte no pueden
ocultar a golpe de sarcasmo y con imágenes para la prensa rosa. Hoy por
hoy Cuba es una manzana podrida y rodeada de moscas por todas partes.
La autora es una escritora residente en Miami.
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