Por qué se debe despenalizar el racismo
por:
Guillermo Ramírez
Con
este post espero poder demostrar de manera lógica y racional que las
leyes que convierten al racismo en un delito en realidad son
contraproducentes y que lejos de ser una solución no hacen más que
agravar la situación.
Se entiende por racismo a: “una forma de
discriminación de las personas recurriendo a motivos raciales, tono de
piel u otras características físicas de las personas, de tal modo que
unas se consideran superiores a otras.” Si bien la xenofobia estuvo
presente en toda la historia de la humanidad el concepto de “racismo” es
relativamente nuevo en comparación. Se puede ubicar su origen en el
siglo XIV con las llamadas “doctrinas de limpieza de sangre” en España.
Esta doctrina muy común en la España y Portugal de la Edad Media que
daba mayor valor al descendiente del “cristiano viejo”.
Hay que fulminar el terrorismo estatal
por: Eduardo Quintana
“La
libertad de expresión, asociación y reunión continuaron estando
gravemente restringidas, y las autoridades se mostraron poco tolerantes
con la disidencia. Se castigaba a quienes criticaban el historial del gobierno en materia de derechos humanos”,
decía la introducción del informe de Amnistía Internacional del 2010
sobre Libia. En el reporte se hacía mención a la persecución
sistematizada orquestada por el gobierno de Muamar el Gadafi hacia la
oposición y las minorías del país.
Comunismo o islam: el peligroso monopolio
por: Eduardo Quintana
De
los 9 países principales “enemigos de internet” en el mundo 4 son
comunistas (China, Cuba, Corea del Norte y Vietnam) y 5 son islámicos
(Arabia Saudita, Irán, Uzbekistán, Siria y Turkmenistán), según un informe de la organización Reporteros Sin Fronteras. Sus gobiernos filtran contenidos
que hablen de aperturas políticas o religiosas, persiguen a los
ciberdisidentes y clausuran páginas webs que alienten a levantamientos o
revoluciones. No es de extrañar que en estos lugares las informaciones
sobre las revueltas de Túnez, Egipto y Libia sean altamente controladas
o limitadas.
La anarquía no es caos
por: Guillermo Ramírez
Últimamente paso mis días discutiendo con personas, usualmente amigos por
suerte, que buscan entender mi alejamiento de mis raíces familiares
socialdemócratas y mi despertar hacia el anarquismo. Decir que es una
discusión en dos idiomas distintos sería mentir ya que yo sé hablar
“estatista” (fue mi lengua materna) pero mis amigos no saben hablar en
“anarquista” (alguno que otro está aprendiendo palabras sueltas, ya
considero eso un avance) y eso obliga a que la fluidez de la charla sea
reemplazada por gesticulaciones exageradas y ahondamiento en conceptos
históricos y filosóficos que muchas veces mueven el eje de la
conversación más hacia lo semántico y la sección conceptual queda en
“hold”. Es un poco frustrante a decir verdad, pero como ya me han dicho
muchas veces, debo tener paciencia y recordar que en algún momento yo
tampoco podía concebir mi vida sin la presencia de un Estado ubicuo.
En defensa de la difamación
por:
Daniel Duarte
Aprovechando estos días de vacaciones, estuve disfrutando de la serie de charlas del Mises Circle: “Strategies for Changing Minds to Liberty“. Una en particular, de Walter Block, revisa los capítulos y anuncia secuelas a su libro Defending the Undefendable (gratis para bajar en inglés y portugués),
donde defiende la despenalización de y explica por qué ciertas
actividades de personas que son marginadas por la sociedad no tienen por
qué ser sancionadas, como la prostituta, el drogadicto, el especulador,
el chantajista, el empleador de niños y otros “indefendibles”. Muchos
de estos supuestos crímenes se tratan de meros “delitos sin víctimas”,
es decir, acciones que no dañan a ningún individuo en concreto sino que
sólo infringen una ley o norma establecida, algo que los libertarianos
consideramos una perversión de la justicia, dando cabida a censuras y
prohibiciones ridículas.
Uno de estos falsos
crímenes que Block trata en el capítulo 7 me hizo recordar de un suceso
durante un seminario de organizaciones políticas juveniles. En una
discusión, un miembro del partido socialista País Solidario me había
dicho que, como un periódico asunceno había publicado algo que
supuestamente había ocasionado daños a “su” reputación, él tenía “el
derecho” -y lo dijo explícitamente- a ir a quemar las instalaciones del
mencionado diario. Por supuesto, ese tipo de razonamientos sólo
encuentra lugar en mentes totalitarias o atrofiadas por filosofîas
irracionales, pero vale la pena examinar por qué es incorrecto, ya que
en menor grado se acepta generalmente que el libelo y la difamación no
forma parte de la libertad de expresión.
¡Viva el comercio sexual voluntario!
por:
Guillermo Ramírez
La
llama de la polémica en torno al comercio sexual se vio reavivada en la
Argentina con la decisión de la presidente Cristina Fernández Viuda de
Kirchner de prohibir los anuncios de índole sexual en los periódicos, y amenazando que el ubicuo ojo estatal se posará también sobre la tevé e internet. En
el caso de los anuncios en la prensa escrita – conocidos normalmente
como Rubro 59 por el código otorgado – el motivo de la prohibición según
CFK es desalentar el comercio sexual y la trata de personas: “La oferta sexual del rubro 59 es un delito y una profunda discriminación a la condición de la mujer como tal“. A partir de la promulgación de la ley, todo anuncio sexual queda vetado so pena de multas y prisión.
¿Matar a los diputados?
por:
Eduardo Quintana
Mucho antes que el ex presidente de los Estados Unidos, Thomas Jefferson (1801-1809), como uno de los principales autores de la Declaración de la Independencia norteamericana, haya proclamado, la frase “El árbol de la libertad debe ser regado con la sangre de los patriotas y de los tiranos”, y que incluso, el historiador y sacerdote jesuita español Juan de Mariana (siglo XVI), siguiendo a Tomás de Aquino, justificara la muerte a un rey o tirano por el pueblo, encontramos en Juan de Salisbury (teólogo y filósofo de la Escuela de Chartres), una antesala de esta premisa con un aparente concepto liberal primitivo, ya a partir del siglo XII.
Encontré el libertarianismo a través del trabajo sexual
Encontré el libertarianismo a través del trabajo sexual
Cada vez que conoces a otro libertario, una de las primeras cosas que te pregunta es por tu historia personal; todo el mundo quiere saber cómo llegaste al libertarianismo. Siempre que surgía esta pregunta me escondía con el mismo cuento: “¡Un amigo me dio algo de Friedman y Hayek para leer y he estado cautivada desde entonces!” Estuve usando esa mentira desde ya hace unos tres años. No tuve más opción que mentir porque no estaba preparada para que el mundo conozca mi historia. Y francamente, aún no estoy lista para que lo sepan, así que por ahora permaneceré en el anonimato.Cuatro años atrás, me harté de mi trabajo de sueldo mínimo como vendedora y dejé que mi mente emprendedora vagara libremente. Luego de algunas horas en internet, encontré unas ofertas que sonaban bastante legítimas en Craigslist: “¿Estás buscando ganar hasta US$25.000 trabajando solamente 4 meses del año? ¡Escríbenos y empecemos!”
La tiranía de las buenas intenciones
por:
Martín Benegas
En mi artículo anterior
hice referencia a los peligros que conlleva que un grupo social se
erija en tutor de los demás y utilice al estado como brazo armado para
“protegernos” de nosotros mismos. Esa es una de las caras de la moneda
totalitaria. La otra cara, a la que me referiré en el presente artículo,
es la nefasta costumbre de hacer que un acto que es moralmente loable
para un grupo social sea obligatorio para todos por medio de una ley.
Libertarianismo en una sola frase
Roderick T. Long
David Bergland ofreció una vez el Libertarianismo en una lección.
Me gustaría ofrecer el libertarianismo en una sola frase. La
formulación más concisa del libertarianismo que se me ocurre es la
siguiente:
Otras personas no son tu propiedad.
En otras palabras: no son tuyos para que les mandes. Sus vidas no son
tuyas para microgestionarlas. Los frutos de sus trabajos no son tuyos
para disponerlos. No importa lo inteligente o maravilloso o útil que
sería lo que sea que quieras que otras personas hagan. No es asunto tuyo
si usan cinturones de seguridad, rinden culto al dios correcto, tienen
relaciones sexuales con las personas equivocadas, o participan en
transacciones de mercado que te irritan. Sus opciones no son tuyas para
dirigirlas. Son seres humanos como tú, tus iguales bajo la ley natural.
No posees autoridad legítima alguna sobre ellos. Mientras ellos no
crucen la línea y empiecen a tratar a otras personas como su
propiedad, no tienes ningún fundamento moral para iniciar la violencia
contra ellos, ni para autorizar a cualquier otra persona que lo haga en
tu nombre. El principio básico de las relaciones sociales civilizadas
fue enunciado en 1646 por Richard Overton :
No hay comentarios.:
Publicar un comentario