Juan Morillo Bentué
Comentábamos en el artículo anterior
que lo que diferencia a los países pobres de los ricos es el ahorro. Lo
que realmente hace ricos a los países son los incrementos de
productividad, y estos dependen en gran medida de los bienes de capital y
demás acumulación de capital, que se consigue mediante ahorro previo.
El problema para los países pobres es cómo hacer para aumentar el ahorro y la productividad. Estos países no parten de unas condiciones en las que se pueda ahorrar: no existe demasiada actividad económica, y ésta se encuentra centrada en el sector primario. Es, por tanto, complicado llegar a una acumulación de capital importante que estimule la economía y la haga más productiva.
La solución es la inversión extranjera (foreign direct investment). Entendemos por inversión extranjera los flujos de capital físicos (fábricas, nuevas empresas, inmuebles, etc.) o financieros (bonos, acciones, cuentas bancarias, etc.) que entran en el país. Independientemente de si son flujos físicos o financieros, ambos aumentan la riqueza del país y en ambos casos se transfieren ahorros de un país a otro.
De esta manera los países pobres pueden captar know-how (conocimiento) que de otra manera tardarían mucho tiempo en desarrollar o simplemente serían incapaces de tener. Una vez “importado”, este conocimiento se puede empezar a utilizar y sus efectos son inmediatos y rápidos.
Esta es la razón por la cual los países emergentes crecen mucho más rápido que los desarrollados: el conocimiento importado se empieza a aplicar desde el primer día y los efectos son considerables debido a la situación de la que partían. Los países ricos crecen a tasas menores (nomás de 2-3%) porque es allí donde se desarrollan las nuevas tecnologías, avances y productos de más valor añadido, que necesitan mucho tiempo para madurar.
Hay que decir también que no hay ni un solo país que pueda desarrollar todos los productos que necesita por sí mismo, por lo que el comercio internacional se hace indispensable. En el caso de los países pobres todavía es más crucial.
Existe una clara correlación entre la atracción de inversión extranjera y el crecimiento económico. Y cuanto más pobre es el país, más se percibe la entrada de capital extranjero. Esto lo podemos observar en los siguientes gráficos. Muestra la relación entre el PIB y la inversión extranjera para los países en desarrollo por continentes (datos de Naciones Unidas, concretamente la UNCTAD):
La siguiente pregunta a responder sería cómo captar esa inversión extranjera para propiciar el crecimiento económico y bienestar de los países. Lo trataremos en el siguiente artículo.
El problema para los países pobres es cómo hacer para aumentar el ahorro y la productividad. Estos países no parten de unas condiciones en las que se pueda ahorrar: no existe demasiada actividad económica, y ésta se encuentra centrada en el sector primario. Es, por tanto, complicado llegar a una acumulación de capital importante que estimule la economía y la haga más productiva.
La solución es la inversión extranjera (foreign direct investment). Entendemos por inversión extranjera los flujos de capital físicos (fábricas, nuevas empresas, inmuebles, etc.) o financieros (bonos, acciones, cuentas bancarias, etc.) que entran en el país. Independientemente de si son flujos físicos o financieros, ambos aumentan la riqueza del país y en ambos casos se transfieren ahorros de un país a otro.
De esta manera los países pobres pueden captar know-how (conocimiento) que de otra manera tardarían mucho tiempo en desarrollar o simplemente serían incapaces de tener. Una vez “importado”, este conocimiento se puede empezar a utilizar y sus efectos son inmediatos y rápidos.
Esta es la razón por la cual los países emergentes crecen mucho más rápido que los desarrollados: el conocimiento importado se empieza a aplicar desde el primer día y los efectos son considerables debido a la situación de la que partían. Los países ricos crecen a tasas menores (nomás de 2-3%) porque es allí donde se desarrollan las nuevas tecnologías, avances y productos de más valor añadido, que necesitan mucho tiempo para madurar.
Hay que decir también que no hay ni un solo país que pueda desarrollar todos los productos que necesita por sí mismo, por lo que el comercio internacional se hace indispensable. En el caso de los países pobres todavía es más crucial.
Existe una clara correlación entre la atracción de inversión extranjera y el crecimiento económico. Y cuanto más pobre es el país, más se percibe la entrada de capital extranjero. Esto lo podemos observar en los siguientes gráficos. Muestra la relación entre el PIB y la inversión extranjera para los países en desarrollo por continentes (datos de Naciones Unidas, concretamente la UNCTAD):
La siguiente pregunta a responder sería cómo captar esa inversión extranjera para propiciar el crecimiento económico y bienestar de los países. Lo trataremos en el siguiente artículo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario