¿Por qué perdió el PRI a pesar de sus trampas?
Por Luis Pazos
Aunque varios gobiernos estatales
priístas, como el de Veracruz, acudieron al reparto ilícito de millones
de pesos en efectivo para comprar votos, acusaciones sin fundamento,
telefonazos con grabaciones que amenazaban a los ciudadanos para que no
salieran a votar, perdieron en los estados más grandes, ante la sorpresa
de analistas que daban al PRI como ganador.
A pesar que el PRI manipuló partidos
pequeños, a quienes les pidió nominar a ex panistas para dividir el
voto, que es una de sus estrategias, el PAN ganó en siete estados y en
algunos con carro completo: gubernatura, Congreso y principales
municipios. PAN aumentará en 20 millones los ciudadanos que gobernará a
nivel estatal.
Las causas principales de esas derrotas
fueron el descarado saqueo de las arcas estatales, impunidad a los
responsables y la incapacidad para combatir la inseguridad o complicidad
con el crimen organizado de algunos de los gobernadores priístas. El
aumento de impuestos, de gastos inútiles, deuda, déficit y devaluación
del peso, responsabilidad del gobierno federal priísta, también influyó
para que muchos ciudadanos de clase media, empobrecidos por esas
políticas, votaran por el PAN.
Varios gobernadores salientes del PRI
entregarán quebrados sus estados. En algunos, como Veracruz, no solo
gastaron con pocos beneficios a la ciudadanía los ingresos presentes,
sino vía deuda y bursatilizaciones dispusieron de ingresos futuros. Dos
candidatos triunfadores, los de Chihuahua y Veracruz, reiteraron que
meterán a la cárcel a los gobernadores priístas que desviaron miles de
millones de pesos.
Ojalá estas elecciones incentiven a más
mexicanos no solo a ir a votar sino a emitir un voto razonado y útil,
que no le haga el juego a la división de la oposición para pulverizar el
voto. La única forma de mejorar la imperfecta democracia en que vivimos
y reducir la impunidad, es participar con más inteligencia y menos
indiferencia, denunciar, protestar pacíficamente, sin dañar a terceros y
no dejar que otros decidan por nosotros.
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