La gorda rica
Por Alfonso Ussía
La Razón, Madrid
(Artículo
publicado originalmente el 4 de mayo de 2004 que más allá de cierta
adjetivación ofensiva, cobra gran actualidad atento los hechos de
corrupción descubiertos en los últimos años en Argentina que la tienen
como protagonista y su reciente encuentro con el Papa Francisco)
Hebe de Bonafini es una mujer
detestable. Vive del cuento y del dolor ajeno. Es la más conocida de las
«Madres de la Plaza de Mayo». La diferencia entre la Bonafini y el
resto de sus compañeras es que a la gorda no le desapareció hijo alguno
durante la dictadura militar en Argentina. Los hijos de la foca porteña y
batasunera viven en París con su padre, y su desaparición de Argentina
nada tuvo que ver con la tortura o la muerte. Se fueron porque no podían
soportar a su madre, sencillamente.
La gorda se anudó en la cabeza el
pañuelo blanco reivindicativo y ha recorrido el mundo de gorra y en
asientos de primera clase recibiendo toda suerte de homenajes y
cortesías. En España se reconoció simpatizante de la ETA y de su
entorno. Ha escupido palabras insufribles. ¬Las «madres» nos hemos
solidarizado con la lucha valiente del pueblo vasco contra un Estado
criminal y asesino, el español¬. No todas «las madres», como ella dice,
porque un amplio sector de auténticas madres de hijos desaparecidos se
escindieron del grupo radical de la gorda por graves y profundos
desacuerdos con el proceder y el buen vivir de la impostora y
nauseabunda porcina.
Pero en todas partes hay tontos, o
desmemoriados, o demagogos, o resentidos dispuestos a colaborar con
gentuza como Hebe de Bonafini. Se sabía que en Batasuna es tratada como
una militante distinguida, y que probablemente algún pico del dinero
recaudado con los secuestros y chantajes de la ETA ha terminado en los
bolsillos de la vociferante puerca. Pero nadie imaginaba que un gobierno
autonómico, como el del Principado de Asturias, se prestaría a
subvencionar a una inductora del odio y la violencia.
Y así es. El gobierno socialista
presidido por Vicente Álvarez Areces ha regalado a Hebe de Bonafini, la
defensora de la ETA, ciento ochenta mil euros, supuestamente destinados a
una inexistente «universidad de las madres», que es el último señuelo
inventado por la gorda para estafar a los ingenuos y los tontos. El
señor Álvarez Areces premia a una ardiente partidaria del terrorismo en
España con treinta millones de las antiguas pesetas provenientes de los
impuestos de los españoles. El señor Álvarez Areces es pues, un pésimo
administrador del dinero público y un defraudador de la ética. Si le
sobran a las arcas del gobierno de Asturias ciento ochenta mil euros,
que les sean entregados a la Asociación de Víctimas del Terrorismo, y no
a quien apoya a los asesinos desde su perversidad invencible.
Cuando se derrumbaron las Torres Gemelas
de Nueva York, Hebe de Bonafini lo celebró con pública alegría. Cuando
la banda terrorista ETA comete un atentado, Hebe de Bonafini no oculta
su satisfacción. A esta cerda le regala el socialista Álvarez Areces
ciento ochenta mil euros, en nombre del «progresismo». Eso no es
progresismo. Es una simple, llana, incívica e indignante gilipollez.
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