“Según el altruismo, debemos vivir por
los demás, y deberíamos basar la sociedad en ese principio. El resultado
final consistente con esa moralidad es una dictadura totalitaria, ya
sea comunista o fascista”.
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(Del libro Objectively Speaking – Ayn Rand Interviewed). Respuestas de Ayn Rand a varias preguntas sobre Capitalismo y Altruismo.
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Entrevistador: Usted dice que va contra nuestros instintos el actuar altruísticamente, pero ¿no depende el capitalismo laissez-faire
– la filosofía de Adam Smith, que usted defiende – de que un hombre de
negocios le haga una exposición correcta de su producto al consumidor?
¿No hay contradicción entre su oposición al altruismo y un empresario
que no engañe a sus clientes siempre que tenga la oportunidad de
hacerlo?
Ayn Rand: En primer lugar, no creo en instintos, y nunca hablo de ellos cuando escribo sobre altruismo. En segundo lugar, yo no soy
una defensora de la filosofía de Adam Smith. No creo que hay una mano
invisible que lleva a los hombres al altruismo mientras persiguen sus
intereses personales. Rechazo el altruismo, el servicio público y el
bien común como justificación moral de la libre empresa.
El altruismo es lo que está destruyendo
al capitalismo. Adam Smith fue un economista brillante; estoy de acuerdo
con muchas de sus teorías económicas, pero no estoy de acuerdo con su
tentativa de justificar el capitalismo por razones altruistas. Mi
defensa del capitalismo está fundamentada en los derechos individuales,
igual que lo hicieron los Padres Fundadores de los Estados Unidos,
quienes no eran altruistas. Ellos no dijeron que el hombre debe existir
por los otros; dijeron que debe buscar su propia felicidad.
Y finalmente, no es en el propio interés
racional de un hombre el engañar a sus clientes. Cuanto más competente
es un hombre, más capaz es de planificar a largo plazo. Un empresario
competente no está en el negocio de hacer una fortuna rápida y salir
corriendo; su objetivo no es engañar a sus clientes una vez y luego
desaparecer. Él sabe que es en su propio interés racional y práctico el
hacer lo mejor que pueda económicamente: crear el mejor producto posible
y venderlo al precio más bajo posible.
(1963)
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Entrevistador: Usted
dice que el capitalismo requiere que el altruismo sea repudiado. Pero
¿no es cierto que el capitalismo le permite a una persona libre actuar
de forma altruista? Además, ¿no son todos los actos de altruismo – el
darle voluntariamente bienes y servicios a quien no se los ha ganado –
moralmente errados?
Ayn Rand: La segunda
parte de esta pregunta nos da una pista sobre el error de quien la
formula. Él no está hablando de altruismo. “Altruismo” es un término que
originó el filósofo Auguste Comte, y que ha sido usado desde su origen
con el significado que Comte quería. “Altruismo” viene de la palabra
latina alter, que significa “otro”. Significa poner los
intereses de otros por encima de los tuyos, existir por el bien de los
demás. El altruismo dice que el hombre no tiene derecho a existir por sí
mismo, que el servicio a otros es la única justificación moral de su
existencia, y que el auto-sacrificio es su mayor virtud. Pero quien
pregunta confunde altruismo con benevolencia, cortesía y generosidad.
Bajo esa definición, darle a alguien un regalo por Navidad es un acto de
altruismo, pero eso es ridículo. Este tipo de “paquete conceptual”
permite que los altruistas se salgan con la suya con la maldad que están
perpetrando.
La esencia del altruismo es
auto-sacrificio. Si haces algo para alguien y eso te perjudica a ti
mismo, eso es altruismo. Pero darle voluntariamente a alguien que no se
lo ha ganado, no lo es, eso es moralmente neutro. Tú puedes o no tener
razones válidas para hacerlo; en principio, nadie pensaría en prohibir
que se puedan dar cosas voluntariamente. El juzgar cuándo dar es
apropiado depende del contexto de la situación, de la relación de las
dos personas afectadas. Además, el acto de dar es el acto menos
importante en la vida; no es aquí donde uno empieza la discusión sobre
moralidad o política.
Ahora vamos al resto de la pregunta.
Quien hace la pregunta ignora o evade la diferencia entre un principio
legal y un principio moral. Legalmente, bajo el capitalismo, la
propiedad de un hombre es suya, y puede hacer lo que le plazca con ella:
tirarla, regalarla, disfrutarla racionalmente, etc. La moralidad tiene
que ver con los principios correctos para guiar las acciones de un
hombre, y por lo tanto para guiar las leyes de la sociedad. Antes de
llegar a la pregunta: “¿Qué puede hacer un hombre con su propiedad?”,
uno tiene que responder a la pregunta: “¿Cuáles son los derechos de un
hombre? ¿Debe vivir para sí mismo o para otros?” Si, bajo el
capitalismo, el estado no interfiere en cómo un hombre dispone de sus
bienes, es precisamente porque el capitalismo se basa en el principio
que la vida del hombre y los productos de su trabajo le pertenecen a él,
que el hombre existe por su propio bien. Si no empiezas con la
moralidad del auto-interés racional, entonces no hay justificación para
que el estado no se meta con la propiedad de un hombre. Si un hombre no
tiene el derecho a existir por su propio bien, entonces otros pueden
hacer demandas sobre él; y bajo el altruismo, las hacen. Según el
altruismo, debemos vivir por los demás, y deberíamos basar la sociedad
en ese principio. El resultado final consistente con esa moralidad es
una dictadura totalitaria, ya sea comunista o fascista.
Además, quien pregunta sólo habla de
consecuencias. Cuando habla del derecho de un hombre a disponer de su
propiedad, está hablando de redistribución. No le preocupa la
producción, la fuente de la propiedad. Pero antes de poder discutir la
distribución tenemos que hablar del derecho a producir: una vez más,
aquí entra el conflicto entre altruismo y capitalismo. Para poder
producir, el hombre necesita la certeza moral de que existe para sí
mismo y puede actuar en su propio beneficio.
Primero, un productor usa el juicio de
su mente contra las mentes de otros. Cuanto mejor la mente, más probable
es que él sea un innovador, y por lo tanto, independientemente del
nivel de conocimiento de una sociedad concreta, la mejor mente estará
desfasada del resto de la sociedad. En una sociedad libre, nadie lo
detendrá. La gente tiene derecho a estar de acuerdo con él o no, pero
nadie le dirá: “La mayoría no está de acuerdo contigo, ¿quién eres tú
para decir que tus ideas son superiores a las suyas?; como buen
altruista, desiste”.
Segundo, el productor tiene que decidir
por qué quiere producir. Antes de que tenga alguna propiedad para
distribuir, tiene que decidir por qué quiere trabajar, y qué pretende
hacer con su riqueza. Necesita tener derecho a producir lo que quiere, y
hacer lo que quiera con los resultados, independientemente de las
ideas, deseos, o necesidades de los otros, siempre aceptando que ellos
tienen los mismos derechos.
Es en estas dos cuestiones – el derecho a
usar tu propio juicio y el derecho a decidir cuáles son tus objetivos y
actuar para conseguirlos – en las que el altruismo y el capitalismo
chocan. El capitalismo no puede funcionar según una moralidad que afirma
que es tu deber el servir a otros; en cuanto introduces un elemento de
deber, estás en el camino del comunismo. No te preocupes con regalar
cosas o con acumularlas, sino con el derecho de un hombre a vivir y a
producir.
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