sábado, 7 de mayo de 2016

Visiones erradas de la libertad

Estatua de la Libertad
En las palabras de Chesterton a través de su personaje Gabriel Gale en El Poeta y los Lunáticos:
Eso me llevó a pensar que el hecho de ser uno mismo, lo que supone ser libre, es en el fondo la limitación de uno mismo… Sí, mis queridos amigos; estamos limitados por nuestros cuerpos y por nuestras mentes; si nos evadimos de ellos, dejamos de ser nosotros mismos, incluso dejamos de ser, sin más.
Continuando con la discusión y análisis de lo que es libertad, en nuestro mundo moderno existe dos teorías políticas que han distorsionado lo que verdadera libertad es, una es la visión de los progresistas y la otra es la de los libertarios.



Como hemos indicado en un artículo anterior existe verdadera libertad si la humanidad tiene la capacidad de poder restringir sus pasiones; es libertad para hacer lo correcto, no licencia para hacer lo que nos dé la gana. Sin embargo, los progresistas ven la libertad de diferente forma, creen completamente en la libertad sobre una restricción social como el aborto por ejemplo y enfatizan la libertad por un propósito para poder lograr objetivos abstractos, principalmente en áreas de política pública como la economía, la salud etc., a costa de la libertad para escoger. En síntesis, los progresistas cree que libertad, igualdad y oportunidad se logran mediante acciones gubernamentales que coartan la libertad para escoger.
Esta visión de la libertad que tienen los progresistas busca que los ciudadanos cumplan con su máximo potencial humano. Es una libertad basada en políticas abstractas, que ha comenzado a eliminar de la vida pública lo que verdaderamente permite un orden del alma humana, como tradiciones, instituciones sociales y doctrinas religiosas. Porque según su visión, éstas representan un impedimento para el progreso del ser humano y su mayor potencial. Los progresistas creen que alcanzar estos objetivos se logra a través de una mayor acción gubernamental en dos esferas; la reforma política y la reforma económica. Las reformas políticas se concentran en “democratizar” el sistema de gobierno, eliminando las prudentes restricciones establecidas en el orden constitucional. Mientras las reformas económicas buscan luchar contra la “desigualdad” e inseguridad económica, implementado políticas de redistribución de la riqueza.
Los conservadores no ven así la libertad, porque, primero, tienen confianza en la condición humana, recordemos que el conservador tiene una visión negativa del ser humano. Segundo, las instituciones sociales, costumbres, tradiciones e instituciones que los progresistas ven como obstáculos para el cambio, son esenciales para el orden, ya que sin orden no existe la libertad. Tercero, cualquier acción gubernamental para traer la libertad, igualdad y oportunidad están basadas en políticas abstractas, que no toman en consideración la naturaleza humana como imperfecta. Cuarto, porque el ser humano es egoísta, para poder implementar esas políticas abstractas, es natural que se tenga que violar la libertad de escoger – un ejemplo es el mandato individual de “Obamacare” que obliga al ciudadano a tener un seguro médico quiera o no, a riesgo de ser multado.
En la otra esfera política, están los libertarios que creen en la libertad sin restricciones, pero que rechazan la libertad con propósito y orden. Los libertarios creen en la noción de libertad promovida por John Stuart Mill en su obra Sobre la Libertad basada en el principio del daño. Mill explica que:
Este principio consiste en afirmar que el único fin por el cual es justificable que la humanidad, individual o colectivamente, se entremeta en la libertad de acción de uno cualquiera de sus miembros, es la propia protección. Que la única finalidad por la cual el poder puede, con pleno derecho, ser ejercido sobre un miembro de una comunidad civilizada contra su voluntad, es evitar que perjudique a los demás.
Para el libertario, la libertad individual basada en el egoísmo y el individualismo es el fin de la sociedad. Argumentan que el ser humano es libre mientras sus decisiones y acciones, no incurran en un daño a otro ser humano.
Sin embargo esta noción de la libertad sin restricciones tiene dos problemas, confía demasiado en la razón del ser humano a la hora de determinar lo que representa la libertad y segundo, esta noción de la libertad como el fin de toda la sociedad es incorrecta. Si el ser humano fuera educado de la misma forma como indica Mill, esa visión de la libertad sería viable utilizando el razonamiento humano. Si basamos nuestras acciones en las decisiones de cada individuo, tenemos el problema de quién establece lo que es correcto o incorrecto. Naturalmente, allí está el daño. Esta creencia en que todo lo que hacemos es correcto, que somos libres para realizar cualquier acción, previsto que nosotros creamos que no estamos haciendo daño a nadie, ¿qué ocurriría si nuestra concepción chocara con la de otro individuo? Viviríamos en una situación de anarquía en donde cada individuo es su propio soberano.
Además esta visión de la libertad como el fin de la sociedad es errada porque la historia humana nos presenta que depende del país, costumbre, historia y circunstancias de la sociedad para determinar cuánta libertad y orden son necesarias. La historia de la humanidad nos indica que regir la sociedad a través de este principio hace que eliminemos aquello que permite la libertad, que es el orden. Sin un orden, la libertad no es posible.
Estas dos filosofías políticas olvidan la importancia de siempre tener juntos la libertad sobre algo y la libertad para algo. Nos gusta hablar mucho de las bendiciones de la libertad, algo a lo que todo ser humano aspira, pero es tiempo de igual manera hablar de las bendiciones del orden y de la prudencia.

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