Ron Paul
En
una reciente entrevista me preguntaron por qué Bernie Sanders, un
autodenominado “socialista democrático”, aparentemente había atraído
tanto apoyo entre los jóvenes. De hecho las encuestas parecen sugerir
que Sanders es el candidato más popular entre la gente de edades
comprendidas entre los 18-29 años, y el 51 por ciento de ese mismo grupo
de edad parece estar harto del “capitalismo en su forma actual”, según
un reciente estudio de Harvard.
Fue hace sólo cuatro años que tantos
jóvenes escucharon y apoyaron mi mensaje a favor de la libertad
personal, la no agresión, y la no intervención en nuestro propio país y
en el extranjero. Yo estaba encantado de que tantos jóvenes se sintiesen
atraídos por un candidato cuyo principal mensaje era “no quiero dirigir
tu vida.”
El socialismo, por supuesto, es la
filosofía opuesta. La filosofía socialista se centra en el deseo de
dirigir la vida de la gente. Está diseñado para ser un sistema
autoritario. ¿Quién estaría dispuesto a entregar una gran parte de su
propia propiedad al estado para redistribuirla a los demás? Ahí es donde
entra en juego el uso de la fuerza del gobierno. El socialismo te dice
con cuánto de tu dinero te puedes quedar, cómo lo puedes gastar, si lo
puedes gastar, cuáles de tus hábitos personales deben ser modificados
con el fin de obtener una sanidad “gratuita”, qué conocimientos debes
obtener para para poder obtener una educación “gratuita”, y así
sucesivamente.
Pero también sabemos que las
promesas falsas pueden ser muy seductoras. El socialismo se alimenta de
esa debilidad humana a la que le gustaría obtener algo a cambio de nada.
Te mereces una educación, le dice el socialista a la gente joven, y yo
te daré una de forma gratuita. Nunca le dice al estudiante que él mismo
va a pagar su educación mucho más cara a través de un impuesto oculto
llamado inflación. O que el estudiante puede “pagar” por su educación
con el desempleo tras acabar la carrera, después de que su empleador
potencial se viese obligado a echar el cierre a causa de los elevados
impuestos que fueron necesarios para pagar todas las cosas que el
socialista prometió.
Así que ¿me sorprende que al parecer
muchos jóvenes hayan caído en las seductoras mentiras del socialismo?
Yo no creo que hayan caído. Ellos se sienten frustrados por un sistema
que se les dice que es capitalista. Están molestos por las mismas cosas
de las que he estado hablando durante años.
Nuestro sistema actual está lejos de
los mercados libres que defendemos en la Escuela Austriaca de economía.
Tenemos un sistema de clientelismo, corporativismo, inflacionismo,
comercio regulado y administrado en beneficio de intereses especiales, y
de la criminalidad de la banca central. Desafortunadamente, debido a
nuestro sistema educativo defectuoso y parcial y a la propaganda
incesante de los medios de comunicación, a muchos jóvenes se les enseña
que todo el lío que ven a su alrededor ha sido causado por el
“capitalismo”.
La política intenta hacer que la
gente se emocione por un candidato. El nuestro es un esfuerzo que lleva
mucho más tiempo. La generación joven que asistió por primera vez a mis
rallies en 2007 está ahora en la mitad de sus 20. Ellos están criando a
una nueva generación que en muchos casos será educada en casa y fuera de
la máquina de propaganda que es la educación pública moderna. Ellos
entienden que la revolución de la libertad verdadera no se va a ganar en
las urnas, sino en el campo de batalla de las ideas. Ellos continúan
aprendiendo la filosofía de la libertad y apoyando a las diversas
organizaciones educativas que proporcionan la munición intelectual de
nuestra lucha. Estoy más optimista que nunca acerca de que nuestro
mensaje se está consolidando y creciendo con raíces profundas. Las ideas
realmente pueden cambiar el mundo.
Contrariamente a lo que muchos quisieran hacernos creer, ¡la revolución de la libertad está viva y sana!
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