martes, 17 de mayo de 2016

Profundizan el error de la política monetaria

Mauricio Ríos García considera que el Banco Central de Bolivia está cometiendo un error profundizando la política de pretender estimular la economía mediante la creación no respaldada de dinero.

Mauricio Ríos García es economista y autor de La década perdida de Occidente (Unión Editorial, Madrid 2015).
El Banco Central de Bolivia acaba de anunciar que inyectará más liquidez para garantizar el crecimiento del PIB, copiando uno de los errores más graves que Occidente ha cometido en los últimos diez años, y por el que el sistema de banca central se ha convertido en el gran protagonista de la Gran Recesión desde 2007.
Para hacerlo breve, lo que esta decisión ilustra es la forma en que Bolivia se suma diligente y voluntariamente a la crisis económica internacional, y, peor aún, a la guerra monetaria que rápidamente destruye el sistema monetario y financiero internacional como se lo ha conocido al menos desde 1971, desde que Nixon terminó con la convertibilidad del oro-dólar.



Desde luego que todo esto tiene un fundamento: la presunción de que la creación de dinero de la nada genera crecimiento real de la economía se discute desde hace varias décadas atrás, pero quien principalmente apoyó y reforzó esta idea fue Milton Friedman, y quien con mayor decisión la aplicó, aunque sólo en calidad de apuesta, fue Ben Bernanke, penúltimo presidente de la Reserva Federal de los EE.UU.
Friedman decía que el agravamiento de la Gran Depresión de los años 30 pudo ser evitado si las bancarrotas generalizadas hubieran sido compensadas con un incremento equitativo de la cantidad suficiente de dinero en circulación. ¿Y qué fue lo que hizo Bernanke ante la bancarrota de Lehman Brothers? Imprimió cuánto dinero pudo para comprar toda la deuda de la burbuja inmobiliaria, al punto de haber más que triplicado la base monetaria creada desde el inicio de la Reserva Federal en 1913 en sólo 5 años. Sí, algo muy similar a lo que el propio Banco Central de Bolivia hizo hasta 1985.
El motivo por el cual las consecuencias no se manifestaron en hiperinflación como en Bolivia en los 80 es parte de otra discusión, pero desde 2008 el famoso "quantitative easing" (alivio cuantitativo) de La Fed no ha funcionado en ninguna de sus versiones. ¿Y qué viene haciendo Bolivia? Lo mismo que EE.UU., pero en un contexto de auge, no de emergencia, una temeridad todavía mayor.
Cuando la economía de Bolivia inició su desaceleración en 2013 se apuntó contra la falta de inversión del sector privado, y no contra el exceso de liquidez en la economía, que distorsiona los precios de mercado por los cuales los empresarios se guían para valorar sus proyectos correctamente; se apuntó contra la falta de demanda y no el exceso de oferta monetaria.
Tanto la Reserva Federal como el Banco Central de Bolivia presuponen que es la liquidez lo que genera crecimiento, cuando en realidad posterga la necesidad que la economía ya tiene en general de adaptarse a nuevas realidades, a cambio de agravar los problemas que la evidencian. Dicen, por ejemplo, que se pagará el segundo aguinaldo si el crecimiento supera el 5%. ¿Y si fuera el segundo aguinaldo lo que impide crecer?
Si el incremento de liquidez no ha generado crecimiento sostenible de largo plazo en EE.UU., ¿por qué lo haría en Bolivia? ¿Por qué hoy Venezuela, Argentina y Brasil, con niveles astronómicos de inflación no crecen más que nunca, o por qué Bolivia no creció más que nunca en 1985? ¿Por qué Bolivia no hace más que desacelerarse a medida que se incrementa la liquidez desde 2013? El incremento de liquidez ya no genera una percepción de estabilidad en EE.UU., y en Bolivia ya no provoca la percepción de riqueza.
Hoy EE.UU. tiene las tasas de interés más bajas de su historia, y baraja la posibilidad incluso de establecer tasas negativas; los niveles de inflación de sus distintos IPC son relativamente bajos, pero ya ha distorsionado lo suficiente los precios de materias primas alrededor del globo. Bolivia tiene las tasas crediticias más bajas de América Latina, ha nacionalizado la moneda casi en un 100% y no ha dejado de incrementar el gasto; la inflación de su IPC parece ser aún tolerable, pero la inflación de todo producto de consumo de largo plazo no considerado en tal índice es sideral. ¿Cuánta más inflación acumulada es necesaria? ¿Esto significa que la temida devaluación cambiaria finalmente está cerca? ¿Por qué incrementar la deuda si antes se puede imprimir? ¿Cuánto cuesta y quién paga el precio de crecer?
Esto es un problema con consecuencias muy serias, y se complicará cuánto más se insista en cometer el mismo error. El largo plazo está llegando, y la alternativa podría ser una nueva versión del DS 21060 (1985, Víctor Paz Estensorro), pero ¿por qué esperar? No es necesario prolongar la agonía, el ajuste estructural deberá ser aplicado y asumido con estrategias privadas empresariales orientadas a la liquidación ordenada, la preservación patrimonial e internacionalización de activos.

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