martes, 17 de mayo de 2016

Monopolios

 
El supuesto objetivo de las leyes anti-monopolio (“antitrust”) fue mantener la competencia; ese objetivo estaba basado en la falacia socialista de que un mercado libre, no regulado, conduce inevitablemente a la creación de monopolios coercitivos. Pero, de hecho, ningún monopolio coercitivo ha sido jamás establecido, y nunca lo será, a través del libre comercio en un mercado libre. Todos los monopolios coercitivos han sido creados por la intervención del gobierno en la economía: por privilegios especiales tales como franquicias o subsidios, privilegios que impidieron la entrada de otros competidores en un campo determinado, por medio de acción legislativa. (Para una demostración completa de este hecho, os remito a las obras de los mejores economistas.)
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Un “monopolio coercitivo” es una entidad de negocios que puede fijar sus precios y sus políticas de producción sin contar con el mercado, inmunes a la competencia y a la ley de la oferta y la demanda. Una economía dominada por tales monopolios sería rígida y estancada.
La precondición necesaria para que exista un monopolio coercitivo es que se impida la entrada, que se  eliminen todos los productores que puedan competir en un campo determinado. Esto se puede lograr solamente con un acto de intervención estatal, en forma de regulaciones especiales, subsidios o franquicias. Sin la ayuda del gobierno es imposible que un potencial monopolista establezca y mantenga sus precios o sus políticas de producción mientras ignora el resto de la economía. Si intentase fijar sus precios y su producción a un nivel que le proporcionase a nuevos competidores beneficios muy superiores a los beneficios que éstos podrían conseguir en otros mercados, es seguro que los competidores invadirían su industria.

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