Mario Vargas Llosa: “Este es uno de esos momentos en que hay que jugarse enteros”
Por Fernando Vivas
El Comercio, Lima
Mario Vargas Llosa
tiene mucho que decir sobre el Perú, aunque sea desde Madrid, aunque
nos haya rodeado –estuvo en Chile, Argentina y Brasil– sin hacer una de
sus habituales escalas limeñas. Nuestra segunda vuelta por supuesto que
está en su agenda de preocupaciones globales, y apenas responde nuestra
llamada constatamos que ha leído los titulares precisos, ha visto los
reportajes indispensables y tiene las frases categóricas para respaldar a
PPK, rechazar a Keiko Fujimori y emplazar a los indecisos. El Nobel no
usa medias tintas. Promete visitarnos a fin de año.
—¿En esta pequeña gira
latinoamericana por Chile, Argentina y Brasil, encontró algún lugar
común que lo conmueva, que lo haga repensar sus ideas sobre la
democracia?
He regresado bastante optimista. En
Chile había oído que las cosas iban mal y me parece que eso es una
exageración. Es una democracia consolidada. Tienen problemas que son
como de Primer Mundo, sobre la educación, la desigualdad, todo dentro de
una legalidad y libertad que no creo que se vean amenazadas. Tal vez
algunas reformas de la Concertación, sobre todo la de la educación, sean
demasiado estatistas. Pero no hay nada que dé una impresión de
retroceso. En Argentina sí vi un cambio, pero para mejor. Macri sí está
haciendo unas reformas radicales a un populismo que llevaba a Argentina
al abismo venezolano. Si no se hacían pronto, luego iba a costar mucho
sacrificio hacerlas. Traje una impresión positiva, igual que de Brasil.
—¿Brasil entusiasma por las
posibilidades de fiscalización que hay dentro de la democracia o hay
allí también un ajuste de cuentas entre la clase política?
No, creo que ha quedado reforzada la
democracia. El movimiento popular no ha sido antidemocrático, sino de
protesta contra una corrupción que era más extendida de lo que creían.
La destitución [de Dilma] ha seguido el cauce constitucional. Creo que
hay un movimiento de purificación de la democracia y no un retroceso en
la legalidad. Solo estuve en Sao Paulo y Porto Alegre, pero encontré
mucho optimismo con los cambios. La corrupción era una gangrena y era
importante que se tomara al toro por los cuernos. El resultado es más
positivo que negativo.
—¿Estos análisis y observaciones de campo lo llevan a replantear algunas ideas que lo animaron a ser candidato en 1990?
Esa candidatura fue un poco precipitada
por las circunstancias, no fue tanto una vocación personal como el hecho
de encontrarme al frente de un movimiento exitoso para impedir la
estatización del sistema financiero. Eso me empujó a algo que nunca
había pensado ni querido. Pero la experiencia fue positiva en cierto
sentido. Ciertas ideas que yo defendía han sido, mal que mal, aceptadas
por muchos peruanos. Y eso es lo que le está dando al Perú, sobre todo
desde la caída de la dictadura, estabilidad, progreso económico e
institucional. A eso se debe que el Perú haya crecido y tenga buena
imagen en el extranjero.
—Humala habló con usted cuando era candidato y fue convincente, porque obtuvo su respaldo.
Dos cosas quedaron muy claras en esa
conversación. Que yo lo apoyaría en la segunda vuelta si él se
comprometía a respetar la democracia política y la economía de mercado.
Él se comprometió y ha cumplido. El Perú no ha seguido el modelo
venezolano ni mucho menos. Y la democracia no está comprometida.
—Es cierto que cumplió esas
promesas, ¿pero lo sorprendió este ánimo confrontador que una vez en el
poder ha complicado su gobernabilidad?
Sí, lo ha complicado. Y, seguramente,
hay muchos aspectos que se podrían criticar; pero haciendo las sumas y
las restas, el Perú enfrenta este proceso electoral riesgoso con una
democracia que funciona y con una economía que es de las más sanas en
América Latina. La preocupación es que esto no vaya a continuar luego de
las elecciones.
—Ya dijo en la primera vuelta que apoyaba a PPK, de modo que lo volverá a hacer ahora.
Sin ninguna duda. Apoyo a Kuczynski y
con unos argumentos que me gustaría que leyeran todos los peruanos y son
los de un artículo de Fernando de Szyszlo. Qué lucidez la de ‘Godi’
para explicar las razones por las que el Perú tendría que volcarse hacia
la candidatura de Kuczynski y no de la señora Fujimori. Los argumentos
son muy sólidos sobre el riesgo tremendo que correríamos dándole una
justificación a posteriori a la dictadura de Fujimori, que ha sido de
las más corruptas y crueles de la historia del Perú.
—Con su amigo Fernando, sí mantiene una discrepancia respecto del gobierno de Humala y la simpatía por García.
El primer gobierno de Alan García fue
catastrófico, pero el segundo no fue malo. El resultado fue bastante
positivo. Desgraciadamente, hubo algunos hechos de corrupción que se
conocieron después y que yo critico y estoy seguro de que ‘Godi’ los
critica en el fondo. Seguramente, tengo algunas discrepancias con
‘Godi’, pero en lo fundamental siempre hemos estado de acuerdo en
defender la libertad, la democracia, la economía abierta, la integración
del Perú a los mercados del mundo.
—Así como Humala se tomó el trabajo de conversar con usted, ¿Keiko Fujimori o algunos fujimoristas se le han acercado?
No, nunca se han acercado, jamás.
—¿Cree que haya diferencia entre la Keiko de la campaña pasada y la de ahora?
No creo que haya una diferencia
esencial. La única credencial que puede lucir es ser hija de su papá,
fue su colaboradora y primera dama durante la dictadura. Nunca he creído
que hubiese discrepancia entre ella y su padre. Han sido distancias
estratégicas por razones electorales, ha apartado a las personas más
impresentables. Hay un vínculo esencial y orgánico entre ella y su padre
y la dictadura que él presidió. Creo que quienes van a votar por ella
tienen que saberlo, y muchos lo hacen porque conocen esa vinculación.
—¿Qué opina de la reciente denuncia de que la DEA estaría investigando a Joaquín Ramírez, secretario general de su partido?
No me sorprende para nada. No sé si es
solo el secretario general el que está comprometido, o es ella misma la
comprometida. Todos recordamos que en el gobierno de Paniagua se
descubrió que seis mil millones de dólares habían sido sustraídos al
Perú durante la dictadura. ¿Por qué nos sorprendería que US$15 millones
se hayan podido lavar en una campaña? Saldrá a la luz tarde o temprano.
El saqueo de la riqueza peruana fue una constante. El gran escándalo de
la familia Fujimori fue cuando su esposa denuncia que se estaban robando
los donativos que venían del Japón para los pobres del Perú. La falta
de escrúpulos y de honestidad fue una constante y es imposible que no la
recordemos ahora que la hija de Fujimori podría ser presidenta.
—Hernando de Soto está apoyando a Keiko Fujimori.
No me sorprende nada, él apoyó el golpe [de 1992] desde el primer momento. También es una constante en su proceder político.
—Hugo Neira le dirigió una carta
abierta en la que interpela su rechazo al fujimorismo y le pregunta si
cree en una fatalidad genética.
No creo en una fatalidad genética. Ella
es una hija sumisa y colaboradora de Fujimori y mantiene el vínculo con
todo el fujimorismo que espera volver al poder con ella. Lo que supone
Neira, no sé con qué argumentos, sobre una ruptura de ella con su padre y
la dictadura y sus atropellos y robos, nada de eso he visto. Las
declaraciones sobre que no habrá otro golpe de Estado son electorales.
Naturalmente, si es elegida por los peruanos, ¿para qué necesita un
golpe, si ya tendría el aval para repetir los hechos luctuosos de la
dictadura? He leído la carta de Hugo Neira, pero creo que está muy
equivocado.
—Él hace una comparación
histórica. Dice que la transición española fue comandada por franquistas
reciclados y lo mismo podría pasar aquí con el fujimorismo.
En España se trataba de evitar una
segunda guerra civil. Era muy importante que hubiera una transición
pacífica y la hubo con gran sagacidad de parte de todo el espectro
político español, desde los comunistas hasta los conservadores. Son
circunstancias tan diferentes que no tiene sentido semejante
comparación. Creo que la transición española fue de una gran lucidez,
hubiera sido terrible que España se resquebrajara otra vez. Nada de eso
pasó y se debió a la inteligencia de la derecha, el centro y la
izquierda. Fue un ejemplo para muchos. No sé si hubiera habido un
referéndum en Chile sin el ejemplo de la transición. Nada de eso está en
juego en el Perú. Hubo una dictadura por un señor que salió elegido
democráticamente presidente y cometió el peor delito que puede cometer
un mandatario, que es violentar la legalidad. Fue una dictadura corrupta
y sangrienta y tiene una hija que quiere volver al poder y ha reunido
en torno a ella a los colaboradores importantes de su padre. Una ruptura
o una negación de la dictadura de su padre no existe en ella ni por
asomo. Sería una gran ingenuidad o una falacia considerarlo.
—PPK fue asesor económico de su plan de gobierno en 1990.
Es un hombre de ideas y bastante
especial. Siendo economista, tiene gran sensibilidad artística, toca
instrumentos musicales. Tiene una magnífica imagen en el extranjero que
al Perú le serviría de mucho si es presidente. Es un candidato estupendo
para el Perú de este momento. Sería un retroceso trágico el triunfo de
la señora Fujimori. [PPK] Tiene una verdadera pasión por el Perú.
Recuerdo hace muchos años cómo pasé una tarde oyéndolo explicar el
problema del agua que era pagada por los pobres del Perú. Su candidatura
debiera merecer el entusiasmo.
—Una pregunta prosaica. Usted le lleva tres años a PPK [77 años]. ¿Ratifica que a esa edad hay vitalidad para la política?
[Ríe] Sin ninguna duda, se conserva muy
bien. Está en buen estado físico e intelectual. Hay algo que quiero
decir: sería muy interesante que los líderes de partidos democráticos se
manifestaran de una manera más clara, más evidente, más flagrante, en
favor de la candidatura democrática y contra la validación a posteriori
de la dictadura de Fujimori. Estoy sorprendido de que personas
democráticas como Alfredo Barnechea no se pronuncien ante estas dos
opciones tan contradictorias como son la hija de un dictador y un señor
como Pedro Pablo Kuczynski, que tiene amplias credenciales democráticas.
—Muchos partidos y personalidades prefieren el silencio para no comprometer su futuro político.
No lo entiendo. Como dice Fernando de
Szyszlo, este es un momento grave para nuestro país, un momento en el
que hay que participar con claridad entre dos opciones tan
contradictorias. Este es uno de esos momentos en que hay que jugarse
enteros. Es importante en América Latina y en Venezuela, donde ya no son
tres quintos sino cuatro quintos de venezolanos que quieren salir del
populismo, de la dictadura, del hambre, del aislamiento. Es el momento
de consolidar la democracia en el Perú. Nunca he visto en el extranjero
una imagen tan buena como la que hay del Perú en estos momentos. Es
impresionante oír a empresarios hablar del Perú. Hay que consolidarlo y
la mejor manera es con Kuczynski.
—Una pregunta de lector
periodista sobre “Cinco esquinas”. ¿Juan Peineta, el actor pomposo
obligado a ser cómico, tiene algún referente real?
Ninguno, nadie en específico. Quería
rendir un homenaje póstumo a los recitadores que no son de nuestro
tiempo. La poesía que se escribe en nuestro tiempo no es para ser
recitada por recitadores profesionales. Entonces quería hacer un
homenaje a una figura anacrónica. Lo que me pasó es que el personaje que
iba a ser muy secundario fue imponiéndose y ocupa un lugar mucho más
importante de lo que pensé en un primer momento. Me pasó también con La
Retaquita, la periodista.
—Ella es una suerte de colaboradora eficaz y en su colaboración ¿se redime de los males de los que fue cómplice?
Hay en ella un movimiento de decencia en
un momento dado, que la lleva a jugarse la vida. Ella no lo planea
desde el principio ni mucho menos, porque está como acostumbrada, por el
mal ejercicio de su profesión, a hacer esos pactos. Luego, ya con las
manos en la masa, o mejor dicho, en la mugre; hay un fondo de limpieza,
de honradez que la lleva a dar el salto mortal, que en la novela es
decisivo para el desplome de la dictadura. Es un personaje que iba a ser
secundario, pero fue creciendo hasta que al final cambió enteramente el
desenlace. Son esas experiencias que me apasionan porque, a pesar de
llevar tantos años escribiendo novelas, siempre me sorprende que haya
personajes que me hacen cambiar completamente el esquema de una novela.
—¿No será que ese par de
personajes expresan sus ideas sobre “La civilización del espectáculo”?
Son productos retorcidos de ella.
Puede ser. Es un tema que me ha
preocupado, casi obsesionado en los últimos años. Seguramente, esos
personajes que viven desde adentro la civilización del espectáculo han
crecido por eso. Es posible.
—Para terminar, siendo
absolutamente respetuoso de su vida privada, quiero preguntarle si
quiere compartir algo sobre su divorcio.
Mi divorcio ha sido hecho amistosamente.
Efectivamente, ha llegado a su fin. Pero sobre mi vida privada procuro
que sea efectivamente privada.
—¿Entonces no me dirá nada de alguna boda por venir?
[Ríe]. No, eso vamos a dejarlo en secreto.
—¿Vendrá pronto al Perú?
Probablemente a fin de año.
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