Maduro no se irá por las buenas
Por Jorge Ramos Avalos
Cómo se enseña a caminar a un pescado?
Es, desde luego, algo imposible; no está en su naturaleza. Bueno, así de
difícil es también que el gobierno de Nicolás Maduro acepte un
referendo revocatorio. No está en su naturaleza. Está acostumbrado a
imponerse desde arriba. La democracia le es ajena.
“El reto que tenemos en Venezuela es
derrotar democráticamente a un gobierno que no es democrático”, me dijo
en una entrevista el gobernador Henrique Capriles, uno de los
principales líderes de la oposición en Venezuela. “Maduro hará todo lo
que pueda para evitar el revocatorio. Y los venezolanos haremos todo lo
que esté a nuestro alcance para imponerlo. Creo más en la voz del pueblo
que en la voz de Maduro”.
El problema es que el gobierno de
Maduro, como el de Hugo Chávez antes de su muerte, lo controla casi todo
en Venezuela, desde el ejército hasta el organismo que cuenta los
votos. Por eso es difícil creer que el gobierno va a cooperar en un
proceso en el que puede perder el poder. Esto explica el estado de
excepción decretado hace poco en el país por Maduro. Tácticas
dilatorias. Pero la oposición no se deja.
La ley venezolana exigía 195,000 firmas
para echar a andar el proceso del referendo revocatorio que podría
sacar, democráticamente, a Maduro de la presidencia a la mitad de su
mandato. Y la respuesta de la gente fue abrumadora. Se consiguieron más
de dos millones y medio de firmas, sólo en las capitales de los estados.
Pero el Consejo Nacional Electoral ni siquiera se ha dignado a contar
esas firmas. Le está dando largas al proceso a pesar de las recientes
manifestaciones masivas.
Maduro hará todo lo que pueda para evitar el revocatorio. Y los
venezolanos haremos todo lo que esté a nuestro alcance para imponerlo.
Creo más en la voz del pueblo que en la voz de Maduro
Henrique Capriles, líder opositor en Venezuela
Henrique Capriles, líder opositor en Venezuela
El gobierno de Maduro está
obstaculizando un proceso establecido en la Constitución y al que,
incluso, se sometió Chávez (con éxito) en el 2004. Pero Maduro no es
Chávez y los chavistas ya son minoría en el país (según quedó demostrado
en la última elección que dio a la oposición el control de la
Asamblea).
¿Cuál es el plan de Maduro y los
chavistas para aferrarse al poder? Ignorar la ley que ellos mismos
escribieron, decir que hay una conspiración internacional para
derrocarlos y hacer exigencias absurdas.
“Nosotros no vamos a dejarles pasar
una”, dijo hace poco en una conferencia de prensa, Diosdado Cabello,
líder del ala más intransigente del chavismo. “Nosotros vamos a revisar
firma por firma; cada quien tiene que ir a ratificar que esa es su
firma”.
 
¿Se imaginan la locura que está
proponiendo Diosdado? Quiere que cada venezolano que firmó para realizar
el referendo revocatorio vaya a alguna oficina del gobierno a, primero,
localizar su firma y, luego, a probar que es de él o de ella. Es algo
físicamente irrealizable. Además, siempre está el peligro latente de
despido o represalia a los trabajadores del estado que firmen por el
referendo.
Henrique Capriles, sin embargo, cree que
sí hay una salida electoral a la actual crisis en Venezuela. “Yo sí he
dicho que la solución en Venezuela tenemos que construirla
pacíficamente”, me dijo. “Para que el cambio sea duradero no puede ser
producto de la violencia”.
Pero la pregunta es si un régimen
antidemocrático puede convertirse en democrático para, después,
suicidarse políticamente. Es poco probable. Los dictadores no se van
nunca por las buenas. Ya lo dijo el Secretario General de la
Organización de Estados Americanos, Luis Almagro: si Maduro impide la
realización del referendo será “un dictadorzuelo más, como los tantos
que ha tenido el continente”.
Mientras tanto, Venezuela parece estar
al borde del precipicio. Las filas para los alimentos son cada vez más
largas, la escasez de medicinas está llevando a la muerte a muchos
pacientes en los hospitales, la inflación y la criminalidad son de las
más altas del mundo, el precio del petróleo cae en picada, la libertad
de expresión ha prácticamente desaparecido y el gobierno parece
congelado en ideologías inoperables.
“Las condiciones en Venezuela son peores
que cuando hubo un estallido social en 1989, en el Caracazo”, concluyó
Capriles. “En Venezuela están dadas todas condiciones para que aquí haya
una explosión social. Por eso hemos solicitado un revocatorio, para
tener una solución política y no una explosión social”.
Pero el problema en Venezuela es que el pescado no puede caminar.
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