Argentina: La política monetaria y la tasa de interés en el ojo de la tormenta
Por Javier Milei
El Profesor Juan Carlos de Pablo, en el
artículo "Cómo analizar una política económica" del año 1977 propone a
tal fin cinco pasos: (i) determinar las condiciones iniciales, (ii)
manifestación de objetivos, (iii) medios para alcanzar dichos objetivos,
(iv) la inferencia de la estrategia implícita y (v) evaluación de la
política. Así, dadas las condiciones de inicio, los puntos (ii), (iii) y
(iv) hacen a la consistencia técnica, mientras que el punto (v), de
mediar diferencias respecto al modelo implícito, podría llevar a inferir
que las políticas diseñadas podrían estar dando resultados muy
distintos a los buscados.
Asumiendo que el BCRA considerara como
el marco analítico adecuado para llevar a cabo el diseño de la política
monetaria al modelo de Poole (1970) -el cual determina cuando se debe
controlar la tasa de interés o la cantidad de dinero-, éste instrumento
sugiere que para casos en los que las perturbaciones en el mercado
monetario son grandes, el instrumento idóneo para minimizar la tasa de
inflación es la tasa de interés. Por otra parte, cuando las
perturbaciones más importantes vienen del mercado de bienes, lo ideal es
trabajar con agregados monetarios. Por ende, si éste fuera el caso (y
sin duda que lo es), punto para Sturzenegger. En paralelo, si a ello le
sumamos la evidencia empírica internacional al respecto, anote otro
punto para Sturzenegger.
En cuanto al diseño de la política
monetaria utilizando como instrumento la tasa de interés, ello conduce
al concepto de tasa de interés real neutral. En todo momento, dados los
determinantes de la demanda agregada, la economía presenta una tasa de
interés real para la cual el mercado de bienes no sólo está en
equilibrio, sino que además, existe pleno empleo. De este modo, si la
tasa de interés real es inferior a la neutral la demanda agregada será
mayor que el PIB potencial, lo cual provocará un aumento de la tasa de
inflación. En cambio, cuando la tasa de interés real se ubica por encima
de la neutral, la política termina siendo deflacionaria. Por lo tanto,
la tasa de interés real neutral es la que deja a la economía en pleno
empleo sin desequilibrios financieros.
A la luz de ello, para realizar la
evaluación sobre si la tasa de interés fijada por el BCRA es alta o no,
en principio, uno no debería aventurarse a juzgarla hasta por lo menos
comprender cuáles son los determinantes de dicha variable. En este
sentido, la tasa de interés, en una economía cerrada, se compone de tres
elementos. Por un lado está la tasa de preferencia temporal, esto es,
la tasa a la cual un individuo está dispuesto a pasar consumo del
presente al futuro.
Por otro lado, a ello se le debe sumar
el riesgo. Por último, dada la pérdida que genera la presencia de
inflación, la tasa debería contemplar una compensación a dicho efecto.
Al mismo tiempo, en caso que la economía bajo análisis fuera una
economía abierta, el último término debería ser reemplazado por la tasa
de devaluación esperada que, bajo cumplimiento de la paridad del poder
de compra, viene determinada por el diferencial de inflación de
Argentina con la del país que emite la moneda de referencia.
A partir de lo expresado es posible
calcular si el BCRA está siendo duro en la determinación de la tasa de
interés. En primer lugar, dadas las expectativas de inflación locales
del 35% frente a una inflación esperada en los Estados Unidos del 2,5%,
la tasa de devaluación esperada se ubica en el 32,5%. Por otra parte,
asumiendo que los precios de la deuda local en moneda extranjera
incluyen toda la información sobre preferencia temporal y riesgos, dado
que dichos títulos, en el corto plazo ofrecen un retorno del 5% en
dólares, ello implica que la tasa de interés en pesos consistente con
las condiciones de arbitraje de activos internos y externos debería
estar en torno al 37,5%. Punto para Sturzenegger.
Finalmente, cuando uno considera
modificaciones en el crecimiento del dinero sobre la tasa de interés
debe considerar cuatro efectos. Por un lado, tenemos el efecto liquidez
que implica una caída en la tasa de interés. Sin embargo, por otra
parte, tenemos que los efectos: (i) ingreso, (ii) precio e (iii)
inflación esperada (y por ende devaluación esperada) empujan al alza
sobre la tasa de interés. Esto es, lo que suceda dependerá del balance
de fuerzas entre éstos elementos.
Sin embargo, si tenemos en cuenta lo
alta que se encuentra la tasa de inflación y la rápida respuesta de las
expectativas a cambios en las condiciones monetarias, debería resultar
claro que si el BCRA no espera para bajar la tasas que la inflación esté
en un sendero decreciente, el resultado será el opuesto al deseado.
Punto para Sturzenegger. Ansiolíticos para los impacientes.
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